Quizá después de varias semanas de confinamientos, como otras muchas personas, sientas el impulso de comer lo que no necesitas.
Más aún si te pones a dieta: tu cuerpo (y tu mente) percibe menos suministro calórico y reacciona segregando mayor cantidad de la hormona del hambre para obligarte a darle las calorías habituales. Y, encima, la crisis económica te lo pone más difícil.
La ansiedad es un término global y la definimos como ese estado emocional caracterizado por sentimientos de temor, tensión y sufrimiento ante un peligro que se supone va a suceder.
En ciertas ocasiones los efectos de convivir con la ansiedad puede derivar en malos hábitos alimenticios, de los que muchas veces no somos ni siquiera conscientes, y provocar lo que llamamos ansiedad por comer, comer
por ansiedad o hambre emocional, una alteración cada vez más frecuente en nuestra sociedad.
Sin embargo, existen algunos trucos que ayudan a evitar estos impulsos.
MASTICA CHICLE
Su dulzor aplaca la ansiedad por comer. Y el acto físico de mascar nos tranquiliza, al aumentar el flujo sanguíneo al cerebro. Además ayuda a reducir hasta mil calorías.
ENCURTIDOS
Estos vegetales marinados en sal y después conservados en vinagre que quedan crujientes, ayudan y aumentan la sensación de saciedad al comerlos.
ACTÍVATE
Lógicamente nadie llegará en tu Ya sea con yoga, aerobics, pilates, cualquier tipo de ejercicio que elijas contribuye a reducir la sensación de hambre, por lo que es una excelente opción.
DUERME BIEN
Según investigaciones científicas, dormir menos de siete u ocho horas, aumenta las hormonas que estimulan el apetito, por lo tanto puede aumentar la ansiedad.