El estrés del día a día, la falta de tiempo, el trabajo, el ocio y los horarios cambiantes suelen hacer que muchas personas no duerman lo suficiente como para recuperarse, algo que tiene repercusiones a nivel de salud, y además es frecuente que no lo hagan de manera habitual.
Dormir es un proceso fisiológico de gran importancia que llevamos a cabo. Durante este proceso, a pesar de que nuestro cerebro no deja de funcionar, nuestra actividad cerebral y las ondas que produce cambian, de tal modo que se permite al órgano gestor de nuestro organismo rebajar el uso de la energía y comenzar un proceso de autoreparación.
Se trata de un fenómeno vital, en un sentido literal: la privación de sueño puede desencadenar graves repercusiones y si se mantiene durante demasiado tiempo puede llevar a la muerte.
Un mal descanso puede provocar fatiga, problemas de concentración y memoria, disminución de la sensibilidad la insulina, obesidad y riesgo de diabetes, hipertensión arterial, aumento del riesgo de problemas cardiovasculares e incluso una reducción significativa de la esperanza de vida.