Los humanos tienen una relación muy importante con las abejas, no solo por la función que este insecto desempeña en la naturaleza, sino por el aprovechamiento de sus productos, entre los cuales se destaca la miel, la cera, la jalea real, el propóleo y la apitoxina, usada en la apiterapia.
Según sus promotores, la terapia con abejas aporta múltiples beneficios a la salud y, de hecho, favorece la prevención de enfermedades.
Aunque no son insectos agresivos por naturaleza, las abejas tienen cómo defenderse en caso de una potencial agresión. En este sentido, cuentan con un aguijón, que produce un pinchazo doloroso y este a su vez inyecta un veneno llamado apitoxina.
Sin embargo, está toxina tiene un uso medicinal, conocido como la apiterapia, el cual se puede administrar de diferentes maneras. Además de su uso en acupuntura, el veneno se puede inyectar o aplicar de manera natural, es decir, dejándose picar por las abejas.
Los apiterapeutas prefieren esta última, para un efecto más eficaz.
Por otra parte, la apitoxina también se encuentra como ingrediente en cremas y ungüentos, empleados para calmar el dolor, cuidar la piel, entre otros.