Los teléfonos inteligentes tienden a generar uso compulsivo y adicción. A su vez, potencian las tendencias adictivas previas. La compulsión misma por utilizar el teléfono hace que se incremente en estrés. De igual forma el celular reduce el contacto social directo y real con los demás. Este aspecto influye en la reducción de las conexiones neuronales y afecta la memoria.