Enseñarle a un hijo o hija adolescente a tomar buenas decisiones es una tarea que requiere paciencia y tacto. Desde su perspectiva, la vida parece más compleja. Y aunque la experiencia de los padres esté a su completa disposición, él se sentirá tentado a desafiar los consejos de la autoridad.
Además, en su habitación puede estar dos veces encerrado; con respecto a su familia, pero también ensimismado en sus pensamientos. Ayudarlo a salir y a romper el silencio, evaluar juntos escenarios y alternativas, hacer que sienta que no están solos, es fundamental.
La adolescencia es una etapa en la que todo cambia drásticamente. Se transforman el cuerpo, las relaciones y los sentimientos. Los adolescentes replantean su personalidad y su ser social explorando el mundo más allá del medio familiar, buscando afirmación y sentido de la vida.
En esta etapa se toman decisiones trascendentales y por su idea o concepción del tiempo es probable que no se advierta su peso. Se llega a elegir el desarrollo profesional, la carrera deportiva, continuar o no con un instrumento musical o una expresión artística, como el teatro o la danza.
La falta de comunicación en la familia con adolescentes promueve las malas decisiones, ya que no hay espacio para debatir y discutir.
AUMENTAR LA COMUNICACIÓN
Para enseñarle a un hijo adolescente a tomar buenas decisiones, la comunicación en el seno familiar es irreemplazable.
DEJARLOS AVANZAR
Aconsejarlo, pero no apremiarlo. El adolescente precisa andar y errar. De todos modos, no estén tan seguros los padres de que saben todo lo mejor o lo que más le conviene.
COMPRENSIÓN Y CERCANÍA
El hijo adolescente necesita sentir confianza y su natural impulsividad lo llevará en ciertas coyunturas a elegir. De cualquier manera, los padres no han de perderlo de vista, sino mantenerse a su lado.
EN EL NOVIAZGO
Comunicación y cercanía son complementarios para acompañar la toma de decisiones de los hijos adolescentes en el campo de la experiencia sexual o el enamoramiento.