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26 abril, 2024

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México

Los Jinetes del Apocalipsis: Todo comenzó desde los Congresos de la Unión

Por: José Luis García Cabrera

CIUDAD DE MÉXICO.- Cuando al poco tiempo los resul­tados de las pesquisas le fueron entregados a López Obrador, más que enojarlo sirvieron para revivir su vieja ansia de castigar a los res­ponsables de la inmundicia que inundó al país y permitió que los expresidentes atesoraran rique­zas mal habidas por treinta años.

Si López Obrador no sospe­chara siquiera parte de lo que le informaron durante el hallazgo, seguramente se hubiera horro­rizado de todos los actos de co­rrupción y saqueos que a la som­bra del poder cometieron los expresidentes y sus cómplices. Lo mejor de lo que le enteraron fue que muchos de esos eventos delictivos aún pueden ser casti­gados.

–Pero ¿de quién nos valdre­mos? –preguntó con inquietud uno de sus colaboradores.

–Seamos realistas –contes­tó el Presidente–, su complicidad con el narco desquició al sistema político y dio paso a un narco Estado. El narcotrá­fico penetró pro­fundamente a los tres poderes desde sus raí­ces, desde los tres niveles de gobierno: fe­deral, estatal y municipal. Por donde quiera que apretemos saltará pus.

–Si todo está podrido, ¿qué ha­remos? –insistió el colaborador.

–Debemos restaurar el siste­ma político; es urgente y necesa­rio, si queremos un país justo.

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El mandatario guardó silencio unos segundos, y cuando observó que tenía la atención completa de su grupo compacto, el de su abso­luta confianza, agregó:

–Todo comenzó desde los congresos de la Unión. Los ex­presidentes los conformaron para que les avalaran todo en la más completa sumisión: Presu­puestos, precios del barril de pe­tróleo, inflaciones y recesiones, transferencias del gasto, retener los recursos a las administracio­nes adversas, reconocimientos y aplausos a ladrones de cuello blanco, a los favoritos y cómpli­ces. Para que guardaran silencio por las masacres, disimularan ante el desmantelamiento del Estado, la entrega de la banca al extranjero; aprobaran rescates bancarios y carreteros, los incre­mentos de impuestos… En otras palabras, convirtieron a los con­gresos de la Unión en una Oficia­lía de Partes para sus caprichos.

–Bueno, señor, no todo está perdido. Aún contamos con los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, repre­sentantes del Poder Judicial federal –se apresuró a decir el colaborador.

–¡Ah!, los ministros –dijo López Obrador con desilusión.

–Esos mismos, Presidente.

–Salvo honrosas excepcio­nes –dijo López Obrador–, mi­nistros, magistrados, jueces y fiscales han sido señalados de estar sumidos en el pantano de la corrupción, de incrementar sus riquezas fraudulentas y mal habidas. Durante la larga etapa de los regímenes pripanistas corruptos, se hicieron de la vis­ta gorda de los robos a las zonas arqueológicas, las subastas pe­troleras, de la usura bancaria; no tocaron ni con el pétalo de una rosa a quienes saquearon el país desde la inmunidad ab­soluta, y casi acabaron con las empresas nacionales para fa­vorecer a las extranjeras.

“Podríamos decir que con sus togas y birretes, fueron repre­sentantes de la corrupción insti­tucionalizada, la vulnerabilidad económica, el sindicalismo verti­cal y venal, la mediatización de la justicia, las amenazas a la prensa crítica, la invención de delitos a los opositores, la mentira y el engaño cotidiano. La negación absoluta de las luchas por la so­beranía. Y apoyaron sin reservas la matanza de estudiantes, las masacres de Aguas Blancas, Ac­teal y Ayotzinapa. El único límite de esos hombres y mujeres fue el fondo de sus bolsillos”.

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–¡Ah!, los ministros –repitió, decepcionado el colaborador.

–¡Vamos!, aunque sé que no será fácil –dijo el Presidente–. Hablaremos con los ministros de la Suprema Corte (continuará).

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