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24 noviembre, 2024

nacional

“LOS MUERTOS EN EL CLOSET”

TRAS LA HUELLA DEL DINERO

 

La riqueza del exfuncionario Isaac Gamboa Lozano era un secreto bien guardado entre su familia, según se desprende de las declaraciones ministeriales de los parientes que atestiguaron la masacre en Temixco, asentadas en la carpeta de investigación FEDF-RM/30/2020 de la Fiscalía de Morelos, a la que Animal Político tuvo acceso.

La esposa de Gamboa, Bethzabee ‘N’, de 39 años, con quien tenía dos hijos de 2 y 4 años, declaró ser “ama de casa” y vivir con él en su apartamento en la Ciudad de México.

Según los declarantes, la hermana mayor de Isaac Gamboa, Miriam, de 44, estudió hasta la preparatoria y trabajaba
como nutrióloga naturista.

El hermano menor, Ricardo, de 35, tenía estudios de secundaria y atendía un negocio de hamburguesas en Pachuca, y los fines de semana cuidaba los pollos y caballos de una familia en esa ciudad.

El otro hermano, Édgar David, de 37, fue un funcionario federal de medio nivel entre 2013 y 2018 —en el SAT, la Secretaría del Trabajo y Gobernación— y también decía ser empresario. La madre, Patricia Lozano, vivía en un poblado rural de Singuilucan, Hidalgo.

Y el padre, Alfonso Gamboa —quien está divorciado de Patricia y no estuvo en la reunión familiar—, vive en una colonia popular de Iztapalapa.

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En apariencia, Isaac y su familia no eran acaudalados. Sin embargo, Gamboa y su hermano Édgar David se transfirieron entre sí depósitos en cheques por 6.5 millones de pesos entre 2014 y 2016, cuando los dos eran funcionarios públicos del gobierno de Peña Nieto. Y la madre de ambos, Patricia Lozano, hizo pagos por 1.6 millones de pesos, entre 2018 y 2019, con una tarjeta de crédito American Express de la que Isaac era titular.

En conjunto, Gamboa y su esposa Bethzabee eran dueños de seis inmuebles en la CDMX ubicados en Jardines del Pedregal, Santa Fe, Nápoles y Coapa, con un valor conjunto de al menos 30 millones de pesos. Otra de sus propiedades —la séptima— era una casa de descanso con alberca en el fraccionamiento Brisas, en Temixco, Morelos, donde los inmuebles cuestan entre 3 y 16 millones de pesos; allí, los Gamboa tenían contratado a personal de servicio doméstico que se encargaba del mantenimiento de la casa, hacerles el súper y cuidar de los niños.

En esa casa fue donde sucedió el multihomicidio de la familia el 21 de mayo de 2020, a plena luz del día y delante de numerosos testigos, incluidos menores. Al interior del inmueble, el día del crimen, los Gamboa habían aparcado cinco camionetas de lujo Honda, Jeep, Chevrolet y GMC en el estacionamiento. Y en el patio donde departían junto a la alberca, los peritos de la Fiscalía hallaron dos bolsos de la ostentosa marca Louis Vuitton con 193 mil pesos en fajos de billetes de 500 y mil pesos, sin contar los teléfonos inteligentes, relojes y joyas.

Los cuatro hombres armados que efectuaron la ejecución no se fijaron en ningún objeto de valor. Sólo fueron a asesinar a los Gamboa.

LA MATANZA LES TOMÓ MENOS DE 3 MINUTOS
La red fantasma de Bethzabee ‘N’ Nada de esa fortuna había sido reportada por Isaac Gamboa en su paso como servidor público. Para la Función Pública no había ninguna inconsistencia en su evolución patrimonial, pues sólo declaró el departamento en la colonia Nápoles de la CDMX, un bien que sí correspondía con sus ingresos.

No obstante, una investigación la Unidad de Inteligencia Financiera y la Procuraduría Fiscal, a la que accedió este
medio, señala que el exfuncionario estaba vinculado a una red de empresas fantasma mediante la que habría efectuado operaciones con recursos de procedencia ilícita por, al menos, 64 millones de pesos entre 2016 y 2019, es decir, principalmente en su gestión como funcionario público de la Secretaría de Hacienda de Enrique Peña Nieto.

Las autoridades indagan si se trata de un caso de lavado de dinero con recursos procedentes de actos de corrupción del extitular de la UPCP, quien, según la investigación, pudo recibir gratificaciones por operar desvíos de recursos públicos del citado Fortafin, que Hacienda, con la firma autógrafa de Gamboa, repartía a los estados mediante asignaciones discrecionales, como sucedió en “Operación Zafiro”.

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De acuerdo con la investigación emprendida por la actual administración, la red fantasma de Gamboa habría tenido la finalidad de ocultar su súbita riqueza, y para ello utilizó como prestanombres a su esposa, Bethzabee ‘N’, quien no presentó declaraciones ante el Servicio de Administración Tributaria (SAT) que justificaran los movimientos millonarios que efectuó desde 2016. Ante los ojos de la autoridad fiscal, Bethzabee no trabajaba, pero gastaba como si fuera rica.

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