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24 noviembre, 2024

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Los papeles de Hernán Cortés rara vez llegan al mercado.

En septiembre, una casa de subastas de Nueva York puso a la venta un tesoro poco común: una carta de cinco siglos de antigüedad que revela una intriga política que involucró a Hernán Cortés, el famoso líder de la fuerza española que conquistó lo que hoy es México.

Los papeles de Cortés rara vez llegan al mercado. Se esperaba que el documento de 1521, ofrecido por Swann Galleries, alcanzara entre 20 mil y 30 mil dólares. Iba a ser así, hasta que un intrépido grupo de académicos de México y España ayudó a frustrar la venta.

Buscando catálogos en línea de casas de subastas globales y aprovechando el tesoro fotográfico personal de uno de los investigadores que contenía documentos coloniales españoles, rastrearon su procedencia hasta el Archivo Nacional de México (AGN), el equivalente local de los Archivos Nacionales en Washington. Una imagen de esa carta de 1521 capturada por un proyecto de genealogía desempeñaría también un papel de apoyo.

Es más, los detectives aficionados desenterraron nueve documentos más vinculados a Hernán Cortés ofrecidos de 2017 a 2020 por casas de subastas en Nueva York y Los Ángeles, incluidas las conocidas firmas británicas Bonhams y Christie’s, que ahora se ha confirmado que faltan en el AGN, dijeron funcionarios del archivo con sede en Ciudad de México.

Los funcionarios añadieron que algunos de esos documentos, alguna vez encuadernados en libros curtidos por el paso del tiempo, habían sido extraídos quirúrgicamente como con un bisturí.

“Es escandaloso”, dijo una de las detectives, María Isabel Grañén, una destacada figura cultural mexicana y estudiosa de los libros coloniales españoles del siglo XVI.

“Estamos muy preocupados, no solamente por este robo sino por todo el robo y saqueo que existe de patrimonio nacional”.

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Los nombres de los compradores y vendedores de los documentos de Hernán Cortés nunca fueron dados a conocer públicamente por las casas de subastas.

El enredo de Cortés llega en un momento de intenso escrutinio al comercio mundial de antigüedades. Países como México están atentos a las casas de subastas en busca de objetos potencialmente robados. Otros están exigiendo la repatriación de las reliquias que se exhiben en museos extranjeros.

Las pesquisas de los académicos han provocado indagaciones policiales en México y en Estados Unidos por parte de la agencia de Investigación de Seguridad Nacional (HSI) del segundo país.

Según Reuters, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) ha solicitado la ayuda al Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ, por sus siglas en inglés) para repatriar los 10 manuscritos faltantes, según Alejandro Celorio, consultor jurídico de esa cartera.

“Ya estamos en coordinación con el fiscal federal en el distrito de Nueva York”, dijo Celorio.

Académicos descubrieron el robo de las cartas de Hernán Cortés

La clave para el descubrimiento de los presuntos robos de los papeles de Hernán Cortés fue un pequeño grupo de académicos de México.

Entre ellos estaban Grañén, la investigadora de los libros coloniales españoles, y Michel Oudijk, un filólogo holandés de la Universidad Nacional Autónoma de México. También reclutaron a María del Carmen Martínez, una reconocida erudita especialista en Cortés de la Universidad de Valladolid, en España.

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Los académicos indicaron que sus sospechas surgieron por primera vez cuando un puñado de cartas firmadas por el conquistador aparecieron repentinamente en subastas en 2017 después de tres décadas sin ventas públicas.

El miniboom comenzó en abril de ese año en Swann Galleries, que promocionaba una carta de Hernán Cortés de 1538 dirigida al administrador de sus propiedades como el primer documento de este tipo vendido públicamente desde 1984.

“Las cartas de Cortés son bastante escasas en el mercado”, anunció la casa de subastas en su sitio de internet.

El documento se vendió por 32 mil 500 dólares, según la página web. No se publicó el nombre del comprador. Pero en 2018, la carta se exhibió en la Biblioteca y Museo Morgan de Nueva York. La institución dijo que no era propietaria de la carta y que era parte de una exposición basada en la colección de manuscritos privados del historiador de arte brasileño Pedro Corrêa do Lago.

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