Hace unos cuatro mil años, el faraón Tetis perdió la vida. Dejando a su esposa, Nearit, viuda, mandó a construir un templo para resguardar sus tesoros y restos orgánicos, para que pudieran llegar intactos al Juicio de Osiris. Desde el 2291 a.C., el gobernante descansa en la necrópolis egipcia de Saqqara, donde poco tiempo después, su mujer sería enterrada también.
A pesar de los lujos del recinto funerario, el gobierno de Egipto contemporáneo no había reparado en él. Recientemente, sin embargo, el Ministerio de Antigüedades de Egipto anunció en un comunicado el hallazgo, para sorpresa de arqueólogos en todo el mundo. Hecho de piedra, el lugar de descanso final de los faraones cuenta con tres almacenes de adobe, que confinan las ofrendas mortuorias para ambos gobernantes antiguos.
El Libro de los Muertos: una guía para el Más Allá
Si bien el descubrimiento fue ampliamente celebrado, lo que realmente llamó la atención de los investigadores a cargo del proyecto fue el hallazgo del Libro de los Muertos personal de los faraones. En la Antigüedad, el Libro de los Muertos era una guía espiritual y práctica para vencer los obstáculos del Más Allá, de forma que el alma de la persona pudiese alcanzar el Juicio de Osiris.
Para los egipcios antiguos, el tránsito por la vida terrena era pasajero. Lo verdaderamente relevante era prepararse para trascender el otro mundo, por lo que gran parte de la vida cotidiana y los ritos religiosos giraban en torno a una cercanía a la muerte. Por esta razón, se construyeron poderosas necrópolis en las ciudades importantes del Imperio, y se cimentó una cosmología compleja en torno a lo que podría suceder una vez que el alma abandonara el cuerpo humano.
El Libro de los Muertos cumplía una función simbólica y práctica a la vez. Además de ser una guía con hechizos y protecciones contra las trampas que el alma pudiera encontrar una vez que emprendiera su viaje, tenía las claves mágicas para descifrar el paso por el otro mundo. Generalmente, se inscribían sobre los sarcófagos de las personas, así como en las partes de sus tumbas.
Una serie de pozos profundos
Cerca de la pirámide encontrada, el equipo de arqueólogos encargado del proyecto de excavación descubrió una serie de pozos de entierro con objetos particulares. Además de restos de personas que vivieron durante el reinado de Tetis, contienen evidencia de un culto de adoración particular del faraón, posiblemente disparado a raíz de su muerte. Zahi Hawass, líder de la investigación, destacó lo siguiente sobre los hallazgos:
“En el templo funerario de la reina Nearit se han descubierto varios pozos funerarios, sarcófagos y momias; un papiro de cuatro metros de longitud, estatuas de piedra y madera, estelas, maquetas de barcos y máscaras funerarias”.
Según Hawass, los entierros probablemente formaron parte de un culto de adoración a Tetis que se formó después de la muerte del faraón. El equipo de investigación especula que este culto estuvo vigente durante algo más de un milenio. En lo que va de las excavaciones, se han exhumado 50 ataúdes de madera de estos pozos, además de una selección variada de objetos.
De entre ellos, los arqueólogos se vieron particularmente entusiasmados por un papiro de cerca de 4 metros, en el que se escribió el Capítulo 17 del Libro de los Muertos de Tetis. Aunque no está completo, ofrece claves para descifrar los detalles de este documento y, de esta forma, tener una visión más amplia sobre la importancia de estas guías milenarias para el Más Allá.