CIUDAD DE MÉXICO.- A cinco años de que Joaquín Guzmán Loera escapó a través de un túnel de uno de los penales de máxima seguridad en México, la justicia no ha podido demostrar quién o quiénes le ayudaron en sus planes de escapar, pero para Adán, uno de los custodios detenidos por no advertir ningún movimiento sospechoso, la escandalosa huida de quien hoy cumple una cadena perpetua en Colorado, Estados Unidos, fue cosa del gobierno.
Adán permaneció cuatro años en una celda en el penal de Tepic, Nayarit, y hoy está libre después de haber pagado una fianza, pero sin una sentencia, por lo que no ha podido continuar con su vida, siquiera conseguir trabajo. Asegura que la fuga de Guzmán Loera el 11 de julio de 2015 del penal del Altiplano en el Estado de México “fue encubierta por el gobierno.
El secretario de Gobernación, que era Miguel Ángel Osorio Chong, tenía monitores en su oficina para ver al interno. ¿Cómo puede ser posible que no se dieron cuenta? La Comisión Nacional de Seguridad tenía monitores en su sede y ahí en el penal del Altiplano, la Policía Federal tenía monitores en el Búnker y en el Penal ¿y nadie se dio cuenta?”, sigue preguntándose, como cuenta que lo hizo mientras estaba preso.
Adán, quien prefiere no ser identificado por su verdadero nombre, es uno de los custodios encargados únicamente de la seguridad general de la prisión, que aquel 11 de julio fue informado tardíamente de la fuga de El Chapo.
En horas él y otros compañeros custodios, monitoristas y funcionarios del penal pasaron de ser testigos a inculpados sin previo aviso ni orden de aprehensión acusados del delito de evasión de presos.
“El juez no está calificando el grado de responsabilidad de cada persona que fue procesada. ¿Cómo puede ser posible que, a los monitoristas, que no tenían que quitar la vista del monitor se les esté calificando igual que nosotros, los custodios? ¿Cómo puede ser que al director del Centro se le esté calificando de igual manera, si él no estaba ahí?”, continúa preguntándose Adán.
De los 20 funcionarios detenidos y procesados ocho, en su mayoría monitoristas, obtuvieron libertad absolutoria; otros ocho, entre los que se encuentra Adán solo recibieron libertad bajo fianza y siguen sujetos a proceso penal.
Junto con cuatro más que se encuentran aún presos en Tepic, esperan una sentencia que no llega.
Adán sobrevive económica y emocionalmente a esta pesadilla con una sola esperanza: “que acabe el proceso ¿para qué? Para poder ir a buscar un trabajo, recuperar mi vida, mi dignidad, mi libertad total. “Quiero que se termine el proceso para seguir mi vida, libre de todo y que me paguen el daño.
Perder el trabajo, perder la familia y que lo guarden ahí sin motivo alguno, cuando los otros están disfrutando bien de vida campechaneando de lo que se llevaron, no es justo”, lamenta.