El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha reavivado su agenda proteccionista, pero su decisión de imponer un arancel del 25% a vehículos y componentes automotrices importados ha encendido las alarmas en la industria que, irónicamente, prometió proteger.
La medida, presentada como un acto de soberanía económica, amenaza con convertirse en un tiro en el pie para Estados Unidos, poniendo en jaque a un sector vital y exponiendo las fisuras de una estrategia que confunde nacionalismo con pragmatismo.
La reacción no se ha hecho esperar. Un frente unido de 12 asociaciones automotrices, respaldado por gigantes como Toyota, General Motors, Hyundai y Volkswagen, ha elevado una carta al presidente exigiendo una reconsideración urgente.
No es para menos: las proyecciones son sombrías. Según la Alianza para la Innovación Automotriz, los aranceles podrían costar hasta 400 mil empleos y encarecer los vehículos en hasta seis mil dólares por unidad, un golpe directo al bolsillo del consumidor estadounidense.
La deslocalización de operaciones y la caída en la inversión extranjera son otros fantasmas que acechan, mientras plantas en el sur del país, dependientes de piezas extranjeras, tiemblan ante un futuro incierto.
El discurso de Trump, que calificó los aranceles como el “Día de la Liberación” para la industria local, choca con una realidad que incluso sus antiguos aliados cuestionan.
Elon Musk, figura influyente y exconsejero del presidente, no ha dudado en alzar la voz: “Esto perjudica a todos, incluso a nosotros”, afirmó, tildando a los defensores de esta política de ignorar cómo funciona el mundo moderno. Sus palabras reflejan una verdad incómoda: en un mercado globalizado, aislarse no fortalece, sino que debilita.
La Casa Blanca defiende su postura con el argumento de incentivar la producción local, pero la reconversión que plantea no es un proceso inmediato. Como señaló un portavoz de Hyundai, las heridas de la pandemia de 2020 aún no cicatrizan, y forzar una reestructuración masiva podría ser letal para muchas empresas.
La relocalización de cadenas de suministro requiere años y miles de millones de dólares, recursos que la industria no tiene a su disposición en el corto plazo.
La tensión trasciende las fronteras. China, blanco principal de las tarifas, ha respondido con aranceles espejo del 125% a productos automotrices estadounidenses, mientras Xi Jinping advierte que no cederá ante presiones.
