CDMX. El Papa Francisco, cuyo fallecimiento a los 89 años ha conmovido al mundo, no solo será recordado por su liderazgo espiritual y sus esfuerzos por reformar la Iglesia Católica. Como todo argentino, Jorge Mario Bergoglio fue un apasionado del fútbol, y su corazón siempre latió al ritmo de San Lorenzo de Almagro, el club de sus amores, al que apoyó con fervor desde su infancia en Buenos Aires hasta sus días en el Vaticano.
HINCHA DE CUNA
Nacido en 1936 en el barrio porteño de Flores, Bergoglio creció en una Argentina donde el fútbol era más que un deporte: era una forma de vida. Su amor por San Lorenzo, conocido como “El Ciclón”, comenzó en la niñez, cuando su padre, un inmigrante italiano, lo llevaba a la cancha del Viejo Gasómetro.
“San Lorenzo es parte de mi identidad”, confesó en alguna ocasión, recordando los días en que vibraba con las hazañas del club fundado por el padre salesiano Lorenzo Massa.
Francisco nunca ocultó su fanatismo. Socio activo del club desde 2008, llevaba su carnet en el corazón, incluso cuando asumió como Papa en 2013. En Roma, seguía los partidos por radio o televisión, y celebraba los triunfos con la misma emoción que cualquier hincha en las tribunas de Bajo Flores.
