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23 diciembre, 2024

Virgen de Guadalupe

Campeche

LA FE QUE MUEVE MONTAÑAS

CAMPECHE. Hoy, el Barrio de Guadalupe se viste de fervor y devoción, mientras cientos de guadalupanos llegan al santuario para celebrar el cumpleaños de la Virgen de Guadalupe. Entre los peregrinos que llenan de vida y espiritualidad este día, destacan historias que tocan el corazón y reflejan la fuerza de la fe.

Martín Gocha, oriundo de Tixkokob, Yucatán, inició su travesía el pasado 15 de septiembre. Su camino, un largo y simbólico recorrido desde Yucatán hasta Sinaloa y de regreso, es una manda por la salud de su familia y una expresión de gratitud por las bendiciones recibidas durante el año.

Martín no camina solo; su inseparable amigo, Andrés Luis, lo acompaña desde Kanasín, compartiendo oraciones, cansancio y esperanza a lo largo del trayecto.

Por otro lado, Antonio, otro devoto yucateco, concluye una misión igualmente impresionante. Tras dos meses de peregrinaje desde el centro de Yucatán hasta la Basílica de Guadalupe en Ciudad de México, regresa a su hogar lleno de fe. Su manda es por la salud de su familia, un deseo que lo ha impulsado a desafiar el tiempo, el clima y la distancia. Ayer, Antonio retomó su camino, decidido a reunirse con los suyos después de cumplir su promesa.

Ambos peregrinos, portadores de historias de sacrificio y devoción, nos recuerdan que la fe no solo ilumina los caminos, sino que los protege. A pesar de los largos kilómetros recorridos, ninguno sufrió accidentes.

DEVOTOS ILUMINAN EL SENDERO

En diciembre, México se convierte en un río de devoción que fluye con dirección al corazón del Tepeyac. No importa la distancia, el cansancio o las dificultades del camino; los peregrinos llegan desde cada rincón del país y del extranjero, movidos por una fe que trasciende generaciones y fronteras.

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Desde los más pequeños pueblos hasta las grandes urbes, miles de personas emprenden el viaje hacia la Basílica, llevando en sus corazones promesas, gratitud y peticiones.

En hogares de todo el país, se encienden velas, se escuchan rezos y se entonan “Las Mañanitas” a la Virgen, recordando su importancia como protectora y guía.

Porque la Virgen de Guadalupe no solo vive en la Basílica o en las estampitas que los fieles llevan consigo. Vive en el corazón de cada peregrino que, con lágrimas en los ojos y fe en el alma, clama: “¡Madre mía, guíanos siempre!”.

En ese rayo de esperanza que, año tras año, ilumina el sendero del Tepeyac.

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