CDMX En el Senado, pocos espectáculos son tan previsibles como el de Lilly Téllez subiéndose a la tragedia de una víctima para lanzar sus dardos envenenados. El asesinato de Carlos Manzo, un presidente municipal valiente que denunció la violencia en Uruapan, Michoacán, es una tragedia nacional que clama por justicia, no por oportunismo.
Sin embargo, la senadora panista no pierde el tiempo: Convierte el dolor en plataforma, el luto en ataque partidista y la indignación genuina en un show histérico contra la presidenta Claudia Sheinbaum.
Téllez no defiende a las víctimas; las usa como munición en su guerra personal. Es hora de desmontar su demagogia, punto por punto, con hechos y no con gritos.
La panista acusa a Sheinbaum de “indiferencia” y “palabrería” por rechazar una “guerra contra los criminales”. ¿Qué no entiende la senadora que esa frase es un eco vacío del calderonismo fallido?
Debe entender que la acción de Felipe Calderón en 2006 dejó más de 150 mil muertos, miles de desaparecidos y cárteles más fortalecidos, según datos del INEGI y el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Sheinbaum ha reiterado que no habrá confrontación militar indiscriminada porque eso solo genera más violencia colateral: Masacres en comunidades, reclutamiento forzado de jóvenes y un ciclo interminable de venganzas.
En cambio, su gobierno impulsa inteligencia, coordinación interestatal y desmantelamiento de finanzas criminales. En Michoacán, donde Manzo denunciaba, la Guardia Nacional ha desplegado operativos quirúrgicos que han capturado a líderes clave del CJNG y Viagras, reduciendo homicidios en un 15 por ciento en lo que va del sexenio, de acuerdo con reportes oficiales de la Secretaría de Seguridad. ¿Eso es indiferencia? No, es estrategia efectiva que evita baños de sangre innecesarios.
Pero culpar solo a la presidenta es hipocresía pura: Durante los gobiernos panistas de Fox y Calderón, cientos de periodistas y activistas murieron pese a “guerras” declaradas.
¿Dónde estaba Téllez entonces para exigir cuentas a sus correligionarios? Manzo pidió acción en Michoacán, y Sheinbaum responde con hechos: Inversión en carreteras seguras, programas sociales para desvincular a jóvenes de la delincuencia y mesas de diálogo con gobernadores, incluido el de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, para atacar raíces como la pobreza y la corrupción local. Diálogos no son “reunioncitas”; son el antídoto al caos que la panista añora.
Peor aún, Téllez arremete contra el general Ricardo Trevilla Trejo, y cuestionando su lealtad a la patria. ¿En serio? El secretario de Defensa es un militar de carrera, no un político, y su obediencia es a la Constitución, no a ideologías.

