CDMX – Petróleos Mexicanos (Pemex) y el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) firmaron el Contrato Colectivo de Trabajo (CCT) 2025-2027, con un incremento salarial del 4.5% directo a la base.
Sin embargo, detrás del telón de aparente armonía se esconde una “catafixia” que sacrifica la jubilación digna de miles de trabajadores a cambio de migajas salariales.
Fuentes sindicales y documentos internos revelan que el acuerdo, negociado en secreto, ignora demandas clave por pensiones justas y abre la puerta a recortes disfrazados de “estabilidad laboral”.
El director de Pemex, Víctor Rodríguez Padilla, celebró el pacto como un “entendimiento profundo” que une a la empresa y su fuerza laboral en “una misma historia y destino”.
En un comunicado oficial, enfatizó que las negociaciones priorizaron la “viabilidad operativa y financiera” de Pemex en un contexto de desafíos globales, alineándose con la política de soberanía energética del Gobierno de México.
Pero críticos internos del STPRM lo llaman un “pacto en lo oscurito”: el 4.5% —por debajo de la inflación acumulada y las expectativas de un 6-8%— se presenta como ganancia, mientras se diluye el fondo de jubilaciones, herencia de décadas de lucha petrolera.
La “renuncia” a la jubilación digna: el precio del acuerdo El meollo del escándalo radica en la cláusula que “congela” mejoras a las pensiones, argumentando “equilibrio financiero”.
Trabajadores veteranos, consultados bajo anonimato por temor a represalias, denuncian que el STPRM, liderado por Luis Ricardo Aldana Prieto, cedió en demandas por indexar jubilaciones a la inflación y garantizar fondos blindados contra quiebras de Pemex.
“Es una traición: nos dan 4.5% en salario para que renunciemos a una vejez digna”, afirma un sindicalizado de 25 años en la refinería de Cadereyta.Aldana Prieto, en su discurso oficial, alabó el acuerdo por “garantizar estabilidad y mejores condiciones”, agradeciendo a la presidenta Claudia Sheinbaum por su “visión en soberanía energética y derechos laborales”. Sin embargo, filtraciones indican que las negociaciones incluyeron presiones extralaborales: el expediente de huachicol (robo de combustible) pendía como espada de Damocles.
Fuentes cercanas revelan que Aldana “negoció” con acusaciones de complicidad sindical en tomas clandestinas, usando el CCT como escudo para blindar al liderazgo.
“El sindicato evitó un escándalo mayor a cambio de este aumento raquítico”, asegura un exdirigente disidente.
Historia de traiciones y una relación “histórica” en jaqueEsta es la cuadragésima revisión del CCT, que supuestamente refleja “80 años de colaboración” entre Pemex y STPRM.
Pero el optimismo oficial choca con la realidad: Pemex arrastra deudas millonarias y recortes presupuestales, mientras el sindicato enfrenta divisiones internas. Disidentes como el grupo “Petroleros Unidos” exigen transparencia y revocación del acuerdo, argumentando que viola la Ley Federal del Trabajo al no consultar bases.
El pacto refuerza la narrativa gubernamental de “justicia social”, pero analistas lo ven como concesión para apaciguar tensiones preelectorales en el sector.
¿ESTABILIDAD O RENDICIÓN? Mientras Rodríguez Padilla habla de “oportunidades”, jubilados protestan en puertas de oficinas: “Nos vendieron el futuro por un salario que no alcanza”.
El verdadero destino de Pemex y sus trabajadores parece más incierto que nunca.

