CAMPECHE, CAMP. El fin de la comida chatarra en las escuelas ha llegado antes de lo esperado. Por Consejo Técnico, estas acciones se adelantaron, poniendo en jaque a vendedores, padres de familia y estudiantes que no se ven del todo preparados para este abrupto cambio.
La decisión está generando una mezcla de reacciones, que van desde el apoyo a la salud infantil hasta la preocupación por los efectos económicos que traerá consigo para comerciantes y familias. La medida, que busca combatir la obesidad infantil y fomentar una alimentación más saludable, entrará en vigor, pero ya está trayendo consigo un sabor amargo.
Durante un recorrido por CAMPECHE HOY, se pudo saber de cerca lo que sienten los campechanos ante esta iniciativa. Los vendedores ambulantes, quienes durante años han sido los protagonistas con sus populares snack a la hora de salida o del recreo, no esconden su preocupación.
GOLPE A SU ECONOMÍA
“Esto va a afectarnos de manera grave, ya no podremos vender lo que nos da de comer”, “Aunque llegáramos a vender frutas o bebidas naturales, a los chamacos no les interesa eso, ellos buscan chicharrones, raspados y esto nos dará en la torre”, comenta Román Reyes.
El desde hace 15 años ha ofrecido papas, chicharrones, raspados de todos los sabores y refrescos frente a varias escuelas. “La gente no sabe lo difícil que es ganarse la vida así; si nos quitan esto, perderemos muchos clientes”, añade, con una mezcla de resignación y frustración.
“Nos va a afectar a todos, no solo a mí. Hay otros compañeros que dependen de esto para sacar adelante a sus familias”, asegura Albino Flores, quien también ha sido ventero frente a escuelas por más de una década.
“Entiendo que la salud es importante, pero ¿por qué no mejor educar a los niños en casa y no quitarnos el pan de la boca a los que vivimos de esto?”, agrega, preocupado por las posibles consecuencias de la medida.
LA EDUCACIÓN COMIENZA EN CASA
Las madres de familia, por su parte, tienen opiniones encontradas. Algunas entienden la necesidad de reducir el consumo de productos poco saludables, pero critican la manera en que se está llevando a cabo la medida.
“Es importante enseñarles a los niños a comer bien, pero eso debe comenzar en casa, de golpe no se puede hacer nada, como quiera los niños estando en casa se destramparan y no funcionará este plan”, “Que culpa tienen los venteros de tener que retirarse o cambiar su giro”, dijo Martina Solís.
Para otras madres, la preocupación va más allá de los hábitos alimenticios. “¿Qué vamos a hacer con las meriendas escolares? Hay opciones saludables, pero son más caras, y muchas familias no tienen tiempo para levantarse temprano a preparar un desayuno”, señaló Aurora Gómez.
Mientras tanto, el debate sigue abierto, y la prohibición sigue siendo una apuesta arriesgada que podría tener consecuencias inesperadas. Lo único claro es que la medida afectará a más de una parte de la sociedad y, aunque la salud es lo primero, también habrá que medir el impacto económico y social que conlleva.
