MÉXICO- En una medida que representa un cambio significativo en la gestión de la formación sacerdotal, el Vaticano ha aprobado directrices que prohíben descalificar a aspirantes al sacerdocio en Italia únicamente por su orientación sexual, siempre que mantengan el celibato. Esta decisión, aunque enmarcada dentro de las doctrinas tradicionales de la Iglesia, podría marcar un paso hacia una mayor inclusión en una institución históricamente ambivalente frente a la comunidad LGBTQ.
Las nuevas directrices, adoptadas por la Conferencia Episcopal Italiana en noviembre y aprobadas por la oficina del clero del Vaticano, entraron en vigor bajo un periodo de prueba de tres años.
Estas normas abordan distintos aspectos de la formación en los seminarios, las instituciones dedicadas a preparar a hombres para el sacerdocio.
“Es la primera vez que un documento del Vaticano sugiere que la orientación sexual no puede ser el único factor determinante para aceptar o rechazar a un candidato al seminario”, explicó el padre James Martin, reconocido defensor de los derechos de los católicos homosexuales. Según Martin, el mensaje es claro: si un hombre homosexual puede llevar una vida casta, emocionalmente estable y célibe, puede ser considerado para el sacerdocio.
CONTEXTO HISTÓRICO
La Iglesia católica ha enfrentado durante décadas una contradicción fundamental: mientras que el sacerdocio ha sido un espacio frecuentemente ocupado por hombres homosexuales, su doctrina oficial condena las relaciones entre personas del mismo sexo como “intrínsecamente desordenadas”.
El propio papa Francisco ha mostrado posturas ambivalentes sobre el tema. Aunque ha abogado por un mensaje inclusivo hacia la comunidad LGBTQ, su discurso ha estado marcado por momentos polémicos. En 2023, permitió que los sacerdotes bendijeran a parejas del mismo sexo, aunque sin reconocer sus uniones. Sin embargo, también fue acusado de usar insultos homofóbicos en conferencias privadas con obispos y sacerdotes, generando tensiones con sectores que ven en él un símbolo de modernización.
Las nuevas directrices buscan aclarar lo estipulado en documentos previos, como el texto de 2016 aprobado por Francisco, que prohibía el ingreso de hombres con tendencias homosexuales “profundamente arraigadas”.
No obstante, ahora enfatizan que la orientación sexual debe ser entendida como parte de un marco más amplio de la personalidad del candidato.
En palabras del documento: “Conviene no reducir el discernimiento solo a este aspecto, sino comprender su significado dentro del cuadro global de la personalidad del joven”.
A pesar de su carácter innovador, estas directrices solo aplican a Italia, un país donde la actitud hacia la homosexualidad es más tolerante en comparación con otras regiones. Es poco probable que obispos de naciones con posturas más conservadoras adopten lineamientos similares.
Este debate, sin embargo, no solo es una cuestión de doctrina, sino también de práctica. Francisco ha expresado su preocupación por la posibilidad de que seminaristas homosexuales vivan una doble vida incompatible con el celibato. En este sentido, las directrices apuntan a un equilibrio delicado entre la fidelidad a la tradición y la apertura hacia una mayor comprensión de la diversidad humana
