En el vasto universo de “las benditas redes sociales”, está la inspiradora historia de un hombre cuyo espíritu combativo y corazón generoso lo llevaron a ser mucho más que un sacerdote.
En facebook.com/FrayTormentaOficial/, Sergio Gutiérrez, conocido como “Fray Tormenta”, narra cómo encontró mediante la arena y el altar los medios para dar sustento y esperanza a un grupo de niños huérfanos. Su historia es un testimonio vivo de cómo la determinación y el amor pueden forjar caminos impensados.
En los años sesenta, en la diócesis de Texcoco, el sacerdote Sergio Gutiérrez, se vio en la necesidad de alternar la sotana con la máscara con la finalidad de mantener el orfanato “La Casa Hogar de los Cachorros de Fray Tormenta”, de más de 270 niños.
“Fray Tormenta” enfrentó resistencia tanto en el ámbito religioso como en el deportivo. La Iglesia no veía con buenos ojos su doble vida, argumentando que la lucha iba en contra de los principios del Evangelio. Sus superiores le recordaban: “Jesús dijo: si te pegan en una mejilla, ofrece la otra; ¿qué tipo de ejemplo estás dando?”.
“Fray Tormenta” estaba dispuesto a dejar la lucha si la Iglesia o feligreses le proporcionaban el dinero necesario para el orfanato. Los superiores, sorprendidos por su insistencia, cedieron: “Bueno, no es para tanto, solo cuídate mucho”, fue la respuesta.
LUCHA CON LA DOBLE IDENTIDAD
El Consejo Mundial de Lucha Libre también mostró reservas sobre su doble identidad, pero Fray Tormenta, lejos de buscar fama, solo quería asegurar los recursos para sus niños. Al principio, mantuvo en secreto su doble vida. Sin embargo, una vez recibió una llamada del Huracán Ramírez. Había una lucha programada a las 2 de la tarde. Cuando “Fray Tormenta” le comentó que no podría asistir porque ese día tenía una boda, el luchador le preguntó si había sido invitado. La respuesta inesperada, fue: “No, yo la voy a oficiar”.
MÁS GOLPES DA LA VIDA
En ese momento pensó que con solo unos años en el ring podría acumular suficiente dinero para asegurar el futuro de sus pequeños protegidos. En su ingenuidad, imaginó que los luchadores ganaban millones, pero pronto descubrió la dura realidad: su primer combate le dejó solo 200 pesos.
A pesar del rechazo inicial y la falta de apoyo en el ámbito de la lucha libre, encontró en José Ramírez un mentor dispuesto a enseñarle el arte del combate.
A lo largo de más de 40 años, Fray Tormenta se convirtió en una figura icónica en arenas pequeñas, manteniendo en secreto su identidad sacerdotal mientras se ganaba el respeto y la admiración del público.
Su historia trascendió fronteras, inspirando películas como “El Hombre de la Máscara Dorada” y “Nacho Libre”, y su legado en el orfanato se convirtió en una fuente de orgullo, viendo a muchos de sus niños convertirse en médicos, abogados, e incluso también luchadores.