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8 mayo, 2024

Vivir Bien

El terror por la muerte de Jose Luis Cuevas

"Le tenía terror a la muerte. La idea de que iba a morir joven era algo que me angustiaba profundamente, y entonces eso me llevó a dibujar todos estos autorretratos, con los que me estoy cubriendo, como si fuera una cobija…".

Era la voz de José Luis Cuevas, y la interlocutora Gabriela Iturbide, quien lo visitó en su casa el año pasado.

Evocaban una tarde de 1971, cuando la fotógrafa lo retrato en su cama, cubierto de autorretratos.
"Surge el miedo a la muerte conforme voy creciendo, voy sintiendo que la vida puede ser corta, que no es necesario llegar a la vejez para entonces morir. En cualquier momento la muerte surge. De manera que desde entonces le tenía terror a la idea de dejar de existir. Es una de las cosas más espantosas que le suceden al ser humano. Que es consciente de que va a morir, de que va a desaparecer", continuaba Cuevas.

Sus últimos días 

Estaba ya enfermo, postrado en la cama. Pero el amor por dibujar, por el arte, persistía, siempre hasta el final.

"Siento un dolor tan terrible", cuenta ahora en entrevista Iturbide. "Sobre todo porque era una persona tan importante, un dibujante tan maravilloso. Al final yo lo sentía tan alejado del mundo. Lo sentía olvidado. Estoy triste de que haya estado en esta soledad".

Quizá lo alejó la enfermedad, cuenta, o su insistencia de no dejarse ver en esas circunstancias.
Muy atrás había quedado la figura fuerte, el hombre guapo del 71. El enfant terrible, en toda su definición.

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En una imagen, Iturbide lo retrató tras una ventana, de cuerpo entero, melena alborotada, mirada seductora. En otras con sus armas, sosteniendo los pinceles con sus gruesos brazos. O en plena acción.

Luego vendrían las instantáneas sobre la cama, rodeado de autorretratos.

A aquella sesión fotográfica Iturbide la tituló Juego con la muerte, imágenes que ofrece a REFORMA para su publicación.

Iturbide trabaja actualmente en un documental sobre las obsesiones del artista, que está en edición. Para eso lo visitó el año pasado.

"Cuando lo vuelvo a encontrar, le enseño todas estas fotos, le enseño mi película, y me dice, adelante me puedes seguir, adelante…".

Y entonces lo entrevistó.

La fotógrafa recuerda que le dio mucho gusto recibirla, porque casi no veía a nadie. "Era una soledad. Lúcido, totalmente, pero de pronto, confusiones… pequeñas cositas".

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Por respeto a su persona, dice, el documental no recogerá las imágenes del año pasado.

La imagen que guarda es otra, comparte: "Un hombre tan seductor y tan bello".

 

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