CAMPECHE, CAMP. La brújula electoral de Campeche empieza a vibrar antes de tiempo. El Tribunal Electoral del Estado se está preparando para un 2027 que viene con fuerza, renovación de gubernatura, alcaldías, diputaciones, juntas y hasta cargos del Poder Judicial. Pero todo ese tablero, llega acompañado de actos anticipados los cuales están disparándose proceso tras proceso.
Francisco Ac Ordóñez, magistrado presidente reveló que este incremento que ya se siente desde ahora, va marcando el ritmo interno del Tribunal. El 2026 está partido en dos, de enero a agosto se estudiarán denuncias y medios de impugnación derivados de esas campañas adelantadas; de septiembre a diciembre arrancarán las tareas previas del proceso electoral 2027, cuando la maquinaria jurídica tendrá que responder sin margen de falla.
Y ahí es donde la película cambia de tono, más denuncias implican más manos, más tiempo, más logística y, en resumen, más presupuesto. Ac Ordóñez no lo presentó como un gasto, sino como una inversión obligatoria para sostener la democracia cuando empieza a calentarse el clima político.
Recordó que de julio a noviembre vivieron una avalancha de impugnaciones que exigió comunicación constante con otras salas — muchas de las cuales aún requieren envíos físicos, no electrónicos—, uso de paquetería especializada, equipos de trabajo en operación continua y un consumo creciente de recursos básicos como energía y materiales.
“No se trata de pedir por pedir”, puntualizó, sino de planear con responsabilidad un ciclo electoral que puede tener picos tan impredecibles como exigentes.
Por eso la solicitud de 700 mil pesos para iniciar el proceso electoral no es, según el magistrado, un lujo ni una cifra alarmante, sino la respuesta mínima y razonable a una realidad que los ha rebasado en volumen y velocidad.
La conversación pública, inevitablemente, girará en torno a si esta inversión está justificada. El Tribunal, por ahora, coloca su argumento sobre la mesa: sin más personal, sin más herramientas y sin fortalecimiento operativo, la próxima elección podría llegar con más preguntas que certezas. Y ninguna democracia debería permitirse eso en año de sucesión.
