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10 diciembre, 2025

MAÍZ

Campeche

“MAÍZ NATIVO”, EL ÚLTIMO BALUARTE MAYA

CAMPECHE, CAMP. La guerra silenciosa por la identidad maya se libra en el campo. Mientras la modernización, la mecanización y el mercado invaden las tierras, los campesinos mayas mantienen en sus manos la más profunda forma de resistencia cultural “el maíz nativo”. Un estudio reciente revela el costo de esta batalla: dos de las 16 variedades que aún sobreviven en Campeche ya se extinguieron, y una tercera se tambalea al borde de la desaparición.

Juan Manuel Pat Fernández, investigador, productor y agrónomo del Centro de Investigación del Sureste (Ecosur) y originario de Hecelchakán, fue quien documentó esta urgencia. Rodeado de frascos con semillas y mapas rurales, abrió la conversación con una frase que cayó como un golpe seco: “Los maíces nativos aún existen y se tiene que trabajar mucho para conservarlos.”

“El maíz nativo es el más importante, pues es la riqueza biocultural que tenemos aún en la península… y eso es una manera de resistencia cultural ante los embates del capitalismo, ante la introducción de los maíces transgénicos” afirmó Pat Fernández.

MAPA DE LA BIODIVERSIDAD EN PELIGRO

Desde los años 70, grandes extensiones de Campeche—como los valles de Edzná, Yohaltún y parte de Calkiní—fueron transformadas por el desmonte masivo y la siembra de variedades mejoradas. A pesar de la fuerza del maíz híbrido, los campesinos –sobre todo los mayas– resistieron, guardando sus semillas como quien esconde una reliquia insustituible.

Hace casi una década, Pat Fernández inició una colecta en el norte del estado en la zona de los Petenes. Recorrió milpas, habló con familias y siguió rastros viejos de semillas, encontrando un mapa vivo de la diversidad campechana: 16 variedades nativas.

Estas joyas genéticas, con nombres mayas que encierran siglos de historia, incluyen desde el gallito amarillo que es el K´an Nal T´eel, el Sak Nal T´eel, X Mejen Nal, San Pableño Amarillo, San Pableño Blanco, San Pableño Rojizo, Tuxpeño, Sak Tux, K´an Xnuk Nal, Malayo, Sak Dzit Bakal amarillo, K´an Dzit Bakal blanco, Sak Xnuk Nal, Éek´ jub, Chak Wo´ Nal y Sak Wo´ Nal.

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La emoción del hallazgo, sin embargo, se transformó en un balazo emocional, dos de ellas ya estaban prácticamente extintas —el Chak Wo´ Nal y el Sak Wo´ Nal— y una más respiraba con dificultad, el Gallito Amarillo (K´an Nal T´eel).

LA SEMILLA DE LA ESPERANZA

El silencio pesó cuando Pat lo confesó. “Los encontré para estudiarlos… pero también para salvarlos.” Inmediatamente, las variedades extintas fueron reproducidas in extremis en el campo. El último acto de conservación ocurrió en diciembre de 2023, todas las semillas fueron enviadas al Banco de Germoplasma del Centro de Investigación Científica de Yucatán, casi como un regalo navideño tardío para el futuro de la región.

Hoy, aunque todas las variedades están resguardadas en el banco, su vida verdadera sigue en manos de los campesinos que mantienen vivas sus pequeñas milpas. En ellas, persiste algo más que alimento: una forma de mirar el mundo. Pat lo resume con una calma que en realidad es una advertencia: “Tenemos un potencial genético enorme. Pero ese potencial se puede apagar si no actuamos.”

La milpa maya aún resiste. El maíz aún respira. El reloj, sin embargo, ya empezó a correr. El investigador culminó diciendo que el maíz nativo tiene rendimientos modestos, pero carga genes poderosos. Genes que podrían ser la clave para la adaptación y la resiliencia en el futuro, por lo que se debe hacer de todo para salvarla pues es la última muralla de los campesinos ante los transgénicos y la mecanización masiva.

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