CAMPECHE, CAMP. En Campeche, la defensa del maíz nativo tiene nombre y territorio, Calakmul, Hopelchén y los municipios del Camino Real. Ahí se conserva la mayor parte de los maíces originarios del estado, granos que los campesinos siguen sembrando para su autoconsumo y que, pese al avance de los híbridos, mantienen un arraigo que no se rompe. En el sur, la presencia se diluye; en el norte, la milpa sigue siendo la columna vertebral del sustento familiar.
Los productores lo tienen claro, este maíz —antes llamado criollo, ahora reconocido como originario— resiste plagas, sequías y almacenamiento. No se quiebra. No se convierte en polvo si la cosecha se retrasa. Y en la vida diaria se transforma en tortillas, atole, joroche e izguá, además de tener un papel central en ceremonias mayas. Por eso lo siguen sembrando, porque funciona y porque sostiene a sus familias.
Ese esfuerzo local sostiene una industria mayor. Más de 20 mil prouctores participan en la agricultura campechana sembrando cerca de 200 mil hectáreas de maíz cada ciclo. Aunque los datos del SIAP suelen publicarse con rezago, el registro 2023- 2024 confirma la magnitud, más de 400 mil toneladas cosechadas en el estado, consolidando a Campeche como un actor relevante en la producción nacional.

