CAMPECHE, CAMP. El Palacio de Gobierno dejó de ser oficina para convertirse en altar. Las paredes donde cada día se deciden asuntos del Estado, hoy se cubrieron de flores, velas y fotografías que hablaban de amores, nostalgias y memorias que se niegan a apagarse.
“Venimos a levantarle un altar a la memoria eterna de los que amamos”, dijo la gobernadora Layda Sansores, mientras recorría los pasillos perfumados con copal y cempasúchil. Su voz rompió la idea del duelo para transformarlo en fiesta: “No venimos a recordar ausencias, sino a celebrar la vida que sigue presente en nuestros recuerdos”.
Más allá de los premios, el mensaje quedó flotando entre las velas encendidas, la memoria también florece si se le canta, si se le honra con pan, flores y luz. Layda Sansores lo resumió en una frase que se volvió eco entre las ofrendas: “Levantamos altares, no al dolor, sino al amor que nunca muere.”
El Concurso de Altares reunió a trabajadores de distintas áreas, cada uno con su historia, su toque, su devoción. Un jurado del Centro INAH Campeche evaluó los altares con mirada antropológica y corazón abierto. El Tercer Piso se llevó el primer lugar; el Cuarto, el segundo; y el Primero, el tercero.
Entre los colores del papel picado y las fotos enmarcadas con ternura, la jornada cerró con risas, recuerdos y el aroma a incienso que parece decir, cada noviembre, que Campeche no olvida: celebra.

