CAMPECHE, CAMP. Cuando los productores prenden fuego al monte pensando que “limpian” su terreno, no ven lo que realmente están dejando atrás: abejas hambrientas, colmenas vacías y apicultores en crisis. Por ello, deben tomar medidas para realizar estas acciones y evitar más afectaciones.
Ante esto, el especialista William Rolando Cetzal Ix, responsable del Jardín Etnobiológico del Instituto Tecnológico de Chiná, reiteró que, el fuego y las altas temperaturas, no solo arrasan la maleza, también destruye las plantas vitales que alimentan a estos insectos, lo que pone en jaque la producción de miel en la región.
Por ello, recomendó que los apicultores se organicen y respeten una distancia mínima entre colmenas —al menos 500 metros o hasta un kilómetro— para evitar que las abejas se estresen y migren. “Hay que conservar áreas con vegetación nativa. Esa es la única forma de asegurar una buena cosecha de miel y proteger a nuestras abejas”, insistió.
Lamentó que, productores muchas veces provoquen estos incendios, esto pese al llamado de Semabicce a siempre notificar sus acciones. Recalcó la importancia de que campesinos y productores tomen medidas más conscientes para conservar la flora local. “Hay flores vitales parte de su alimentación y se destruyen, las abejas no tienen de dónde sacar polen”, explicó.
El problema se agrava porque gran parte de su alimento, crece justo en las orillas de las carreteras, justo los lugares donde las quemas son más comunes. Cuando desaparecen, las abejas no solo se quedan sin alimento natural, sino que también compiten entre sí por el poco recurso disponible, sobre todo si los apiarios están demasiado juntos.
Detrás de cada frasco de miel hay mucho más que abejas zumbando: hay productores apostándole a la tierra, hay flores que alimentan la vida, y hay decisiones humanas que pueden salvar —o quemar— todo lo que conocemos.
