CAMPECHE, CAMP. La sed se apagó esta semana en Bécal. Tras días de incertidumbre y reclamos por la falta de agua potable, el servicio fue finalmente restablecido en todos los barrios de esta comunidad campechana que, como su gente, no se queda quieta: crece, se expande, exige.
No fue un milagro ni una solución de escritorio. Fue la bomba vieja del barrio Norte la que dijo “hasta aquí”. Entre cables, motores y raíces que se enredan en tuberías, la Junta Municipal alzó la voz y el Ayuntamiento respondió.
“Somos muy puntuales en reportar todo lo que pasa, sobre todo con el tema del agua”, explica la presidenta Rubí Cahuich, quien salió a dar a conocer la situación a población, pues sabe lo que pasa en su comunidad porque lo camina, lo escucha, lo siente.
Y sí, el problema era el de siempre: una bomba agotada, una comunidad que ya no cabe en su propia infraestructura. Porque Bécal ya no es el mismo pueblo de hace unos años. Los barrios — Norte, Sur, Oriente— crecen con familias, casas, sueños… y claro, necesidades. “Ya no dan abasto todas las bombas que tenemos”, reconoció Rubí.
La semana pasada, el barrio Norte fue el más afectado. El agua no subía, las pipas eran solución temporal, y el malestar —invisible pero persistente— recorría las calles. A eso se sumaron problemas eléctricos en el paradero, otro punto clave para la comunidad. Pero ahí también se actuó: “Ya les mandé a poner unos reflectores y estamos checando el tema de la energía”, dijo.
Hoy, con el agua corriendo otra vez por las tuberías y la luz encendida en el parador, la gente de Bécal respira un poco más tranquila. Pero también está atenta. Sabe que el crecimiento trae desafíos y que no basta con apagar incendios: hay que anticiparse.
