CDMX.- . Hay imágenes que valen más que mil palabras, pero también hay imágenes que desatan mil preguntas. El video que circula en redes sociales mostrando a Felipe Calderón Hinojosa y Margarita Zavala disfrutando de un yate de lujo no es solo una instantánea de opulencia; es un retrato descarnado de la hipocresía que siempre ha caracterizado al conservadurismo mexicano.
Como bien lo señaló la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, desde Palacio Nacional, ¿con qué recursos paga Calderón sus lujos? ¿De dónde salen los millones para pasear en un catamarán de la marca Lagoon, cuyo precio puede alcanzar los 90 millones de pesos? La respuesta, aunque esquiva, resuena en la memoria colectiva de un pueblo que no olvida.
Claudia Sheinbaum no dudó en poner el dedo en la llaga. “Había otro expresidente que andaba en yate, que decía que no tenía trabajo, que estaba en la pobreza, que vivía en Madrid, quién sabe con qué recursos”, dijo, desenmascarando la farsa de un hombre que, tras dejar un país ensangrentado, ahora presume una vida de excesos.
La presidenta fue más allá, acusando al conservadurismo de ser “muy hipócrita” y recordándonos que Felipe Calderón no solo es un símbolo de privilegio, sino de una presidencia manchada por la ilegitimidad.
“Es más, ni ‘expresidente’ se debería llamar. Fue un presidente espurio porque llegó con un fraude electoral”, sentenció, evocando el robo de 2006 que aún duele en el corazón de millones.
El contraste no podría ser más brutal. Mientras Calderón Hinojosa se pasea en yates y reside en un departamento en Madrid –que, según el publicista Carlos Alazraki, es de “modestos” 62 metros cuadrados, como si eso lo absolviera–, Andrés Manuel López Obrador, el presidente legítimo en el alma del pueblo, eligió retirarse con humildad, fiel a su compromiso de no lucrar con el poder.
Sheinbaum Pardo lo dijo claro: son “dos proyectos de nación”, “dos visiones”, “dos personas completamente distintas”. Uno, Felipe Calderón, representa la arrogancia de una élite que se enriqueció a costa del sufrimiento colectivo; el otro, AMLO, encarna la dignidad de quien puso al pueblo primero, incluso al costo de su propia exposición pública.
Y es que el historial de Calderón no miente. Su sexenio (2006-
2012) será recordado como una tragedia nacional: una guerra contra el narco que dejó más de 120 mil muertos, miles de desaparecidos y un país fracturado, todo bajo el pretexto de una estrategia que nunca explicó y que benefició más a los cárteles que a los ciudadanos.
Mientras México ardía, él y su círculo cercano –incluida Margarita Zavala, hoy diputada federal– construyeron una red de privilegios que hoy les permite navegar en yates de lujo y presumir una vida académica en Madrid, supuestamente financiada por conferencias y su relación con el exmandatario español José María Aznar.
