CAMPECHE, CAMP. – El viaje de regreso a casa se había convertido en un sueño largamente anhelado. Después de tres años de trabajo en Cancún, Feliciano Olán Servín, de 27 años, había logrado reunir lo suficiente para volver a su tierra, Comalcalco, Tabasco. Esta vez no viajaría solo. A su lado iban su esposa Rita del Carmen Ramírez Jiménez, embarazada de su tercer hijo, sus pequeños Sofía y Leonardo, y su suegra Lucía Jiménez de la Cruz.
En su mente, ya imaginaba el reencuentro con su familia, los abrazos efusivos, las lágrimas de felicidad. Pero el destino tenía otros planes.
El 8 de febrero, cuando la carretera Escárcega-Villahermosa se extendía interminable frente al autobús de la empresa Tour’s Acosta, la tragedia acechaba en las sombras. De repente, un tráiler irrumpió en su camino.
No hubo tiempo de reacción. El impacto fue brutal. Un estruendo ensordecedor rompió la calma de la madrugada y, en cuestión de segundos, el vehículo quedó envuelto en llamas.
El fuego, voraz e implacable, consumió todo a su paso. Dentro, atrapados sin oportunidad de escape, Feliciano, Rita, Sofía, Leonardo y Lucía vieron su último amanecer en un infierno de fuego y humo. Sus cuerpos quedaron calcinados en el interior del autobús, y con ellos, todos los sueños de un futuro mejor.
En Comalcalco, la noticia cayó como un mazazo. El regreso esperado se convirtió en un luto insoportable. Liliana Olán Servín, hermana de Feliciano, aún no logra asimilar la pérdida. En su casa, un pequeño altar improvisado con fotografías y veladoras se ha convertido en el único refugio donde su dolor encuentra consuelo. “Íbamos a vernos… nunca pensé que sería así”, murmura entre lágrimas, incapaz de comprender la crueldad del destino.
En Cancún, los amigos de Feliciano también lloran su ausencia. Lo recuerdan como un hombre trabajador, de sonrisa franca, que nunca dudó en esforzarse por su familia. Su silla en el taller donde laboraba permanece vacía, su caja de herramientas intacta, como si en cualquier momento fuera a regresar.
Ahora, el pueblo de Comalcalco aún se pregunta por qué +la vida puede arrebatar tanto en un solo instante. En la carretera, solo quedan las marcas deldesastre: restos calcinados, un autobús reducido a cenizas y el eco de una tragedia que nunca debió ocurrir.
