CAMPECHE. Los fuertes vientos del frente frío número 24, que azotaron Calkiní el pasado 24 de enero, no solo arrancaron la carpa que protegía a los feligreses de San Luis Obispo, sino que dejaron al descubierto la urgencia de un espacio digno para continuar con las celebraciones religiosas.
Ante esta necesidad, el senador Aníbal Ostoa Ortega entregó un nuevo toldo al Comité Parroquial que fue instalado en el patio del teatro “Monseñor Gonzalo Balmes”, un gesto que busca devolver la normalidad a una comunidad que, desde el colapso del techo del templo principal, ha resistido con fe y esperanza. El senador, quien fue recibido por el padre Fernando Manzo Barajas y el consejo parroquial, aseguró que este apoyo es solo el primer paso para recuperar la iglesia de San Luis Obispo, un símbolo de devoción y encuentro para los calkinienses.
“No dejaré de buscar soluciones para devolverles su espacio sagrado”, prometió Ostoa Ortega, mientras los feligreses agradecían el gesto que les permitirácontinuar con sus misas dominicales sin interrupciones. La carpa entregada por el senador no solo representa un alivio económico para la parroquia, sino también un respiro para una comunidad que ha enfrentado múltiples desafíos.
Tras el colapso del techo del templo principal, los feligreses habían instalado una carpa provisional en los patios de la iglesia, pero los vientos del frente frío la destrozaron, dejándolos expuestos al sol y la lluvia.
“Era urgente proteger a la gente durante las celebraciones”, explicó el padre Manzo Barajas, quien destacó la importancia de este apoyo en un momento en que la parroquia no cuenta con los recursos para asumir gastos adicionales.
La nueva carpa, gestionada por el senador, no solo cubrirá las necesidades inmediatas, sino que servirá como un recordatorio de que la comunidad no está sola en su lucha por recuperar su espacio sagrado.
Mientras los feligreses se preparan para reinstalar la carpa, la esperanza renace en Calkiní. Este gesto, aunque pequeño, simboliza un paso más hacia la reconstrucción de un templo que no solo es un lugar de culto, sino un punto de encuentro para una comunidad unida por la fe y la resiliencia.
