CAMPECHE. Bajo un cielo que parece teñido por la melancolía de siglos de fe, la parroquia de San Luis Obispo en Calkiní se alza como un testigo herido del tiempo. Su techo, gravemente dañado, no solo simboliza un colapso físico, sino una herida en la identidad y devoción de la comunidad. Sin embargo, en medio del polvo, las piedras que caen y los rezos silentes, la esperanza se mantiene intacta.
En un anuncio que mezcla alivio y paciencia, el vocero de la Diócesis, Luis Ángel Mendoza Pérez, confirmó que la reconstrucción de esta joya arquitectónica comenzará en marzo. No será un proceso inmediato ni sencillo; será una obra de fases que se extenderá hasta mediados de 2026, un plazo que, aunque largo, promete devolver la dignidad a esta casa de oración.
El diagnóstico inicial llegó con la visita del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en enero. Los expertos determinaron que la reparación del techo, cuya sección más afectada abarca 19 metros, pero compromete la totalidad de su estructura de 36 metros, será meticulosa y profunda.
La primera fase, de tres meses, consistirá en proteger las áreas expuestas al clima, evitando que la lluvia, el viento o incluso las aves agraven los daños.
Parte fundamental de esta etapa será realizar un inventario de las imágenes religiosas y mobiliario de la parroquia. Este cuidadoso registro garantizará que cada pieza sea preservada y resguardada. “No se puede mover nada hasta que el INAH termine de clasificar lo que será restaurado y lo que se reutilizará”, explicó Mendoza Pérez.
OBRA CON FE Y PRESUPUESTO POR FASES
El proyecto contará con recursos gestionados a través del Seguro Nacional de la Secretaría de Cultura Federal. Sin embargo, cada etapa tendrá su propio presupuesto, definido a medida que avancen las evaluaciones y la contratación de empresas especializadas.
Desde Puebla, llegarán materiales de alta calidad, diseñados específicamente para este tipo de restauraciones. Una empresa especializada en cubiertas para iglesias empleará acero estructural, garantizando durabilidad y respeto al diseño original.
“No se trata de reparar solo la parte colapsada. El daño estructural es profundo y afecta todo el techo. Necesitamos una reconstrucción completa”, puntualizó Mendoza Pérez.
TECHO SEGUIRÁ CAYENDO, PERO NO ESPERANZA
Mientras los trabajos comienzan, el padre Fernando Manzo Barajas y los feligreses han sido preparados para un hecho inevitable: el resto del techo podría seguir derrumbándose. Piedras han caído recientemente, aceleradas por las lluvias y el viento, pero esto forma parte del proceso.
“Es normal que el techo ceda. No hay razón para temer. Esto se contempla en los planes del INAH, porque lo que queremos es garantizar que lo que se reconstruya sea sólido y perdure por generaciones”, afirmó el vocero.
La fecha estimada para la conclusión de los trabajos es a mediados de 2026. Mientras tanto, las oraciones continuarán elevándose entre andamios y escombros. Los feligreses, que han sido testigos de bodas, bautizos y funerales bajo este techo ahora ausente, mantienen la esperanza intacta.
La fe, como el techo de San Luis Obispo, podrá verse tambaleante, pero jamás se pierde del todo. Con cada piedra que caiga, la comunidad recuerda que no se trata solo de reconstruir una estructura, sino de preservar el alma misma de Calkiní.
