MÉXICO.- En el escenario político de México, se contrastan dos proyectos de nación que van más allá de la ideología; representan dos visiones de país completamente antagónicas. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, señaló la hipocresía del PAN y de su líder, Marko Cortés, quien ahora habla de combatir la inseguridad, pero guarda silencio sobre el oscuro legado de su partido en temas de corrupción y violencia, como la guerra contra el narcotráfico encabezada por Genaro García Luna y las redes de corrupción que florecieron en su administración.
La Cuarta Transformación propone un modelo de nación que prioriza la justicia social y los derechos, poniendo “primero a los pobres” y construyendo una democracia auténtica donde el respeto a la vida y el amor al prójimo sean los principios rectores.
Es un proyecto de humanismo que atiende las causas profundas de la inseguridad y la pobreza, ofreciendo a la gente humilde no solo apoyos sociales, sino oportunidades reales de desarrollo y bienestar.
Por el contrario, el modelo de la derecha, sustentado en la represión, la intervención y la desigualdad, históricamente ha beneficiado solo a los potentados, sin responder a las verdaderas necesidades del pueblo.
Esa es la visión que el pueblo mexicano, con gran consciencia y discernimiento, rechazó en las urnas cuando votó por la 4T, buscando construir una patria digna y fuerte.
La presidenta enfatizó que lo que el pueblo demanda no son dádivas ocasionales en tiempos electorales, sino derechos permanentes que permitan una vida digna. La Cuarta Transformación responde a ese clamor ciudadano, construyendo un México donde el humanismo y la justicia social sustituyen a la corrupción y los privilegios de antaño.