MÉXICO.- Desde ayer domingo, la llegada de más militares a Sinaloa marca un nuevo capítulo en la lucha por la seguridad en esta región, históricamente vinculada al narcotráfico. Este despliegue responde a los posibles brotes de violencia que pudieran surgir tras la captura de Ismael “El Mayo” Zambada, uno de los líderes más notorios del Cártel de Sinaloa en las últimas cuatro décadas.
Apenas dos días después del arribo de 200 efectivos de las Fuerzas Especiales, la llegada de estos refuerzos subraya la gravedad de la situación y la determinación del gobierno federal de mantener el control.
Los efectivos castrenses, que arribaron al Aeropuerto Internacional de Culiacán en dos aeronaves, una de la Guardia Nacional y otra de la Fuerza Aérea Mexicana, tienen la misión de inhibir las actividades ilícitas de los grupos delictivos, así como de preservar y garantizar la libertad, el orden y la paz pública de los habitantes.
Las unidades de Fuerzas Especiales y Fusileros Paracaidistas son conocidas por su rapidez, movilidad, capacidad de despliegue y reacción. Están equipadas con una gran variedad de armamento, material, equipo y aeronaves, y poseen un adiestramiento especializado que les permite operar en cualquier ambiente geográfico. Su presencia en Sinaloa es un mensaje claro: el Estado no permitirá que la captura de Zambada desate una ola de violencia incontrolada.