MÉXICO.– La noche del pasado lunes, el complejo petroquímico de Nuevo Pemex en Reforma, Chiapas, fue escenario de una explosión en su procesador de gas. Ubicado en la región norte del estado, este incidente es el segundo que ocurre en este complejo en menos de un mes, elevando preocupaciones sobre la seguridad en las instalaciones de Petróleos Mexicanos (Pemex).
Según los reportes preliminares de la paraestatal, no hubo pérdidas humanas, pero sí se contabilizaron daños materiales considerables. La magnitud del siniestro obligó a la intervención de los bomberos de Pemex, quienes combatieron las llamas que alcanzaron hasta 15 metros de altura.
El primer incidente, registrado el 8 de junio, resultó en dos personas con quemaduras que fueron atendidas en un hospital público, además de los daños materiales. La recurrencia de estos eventos en tan corto tiempo pone de manifiesto la necesidad urgente de revisar y mejorar las medidas de seguridad en el complejo.
Ante ello, la seguridad en las operaciones de Pemex debe ser una prioridad absoluta. Cada incidente no solo pone en riesgo la vida de los trabajadores y las comunidades cercanas, sino que también afecta la confianza pública en la capacidad de la empresa para manejar sus instalaciones de manera segura y eficiente.
Los incidentes en el complejo de Nuevo Pemex no solo tienen repercusiones internas sino también externas. Las comunidades aledañas y el medio ambiente sufren las consecuencias de estos accidentes. Es imperativo que Pemex trabaje en estrecha colaboración con las autoridades locales y organizaciones ambientales para mitigar cualquier daño y garantizar que las zonas afectadas reciban la atención y el apoyo necesarios.