Han pasado ya 236 días en que 416 guatemaltecos fueran desalojados por la Policía Nacional Civil y Ejército de Guatemala de sus tierras en la comunidad de Laguna Larga, provocando un desplazamiento y obligando a refugiase en la franja fronteriza entre El Petén y Campeche.
Se trata de la vida a la intemperie. Un campamento en medio de la nada donde sobrevive una comunidad abandonada a su suerte, que tras conocerse el hecho, muchas instituciones como la Cruz Roja, la Secretaría de Salud, la Cancillería y hasta los gobiernos municipales anunciaron que los apoyarían; sin embargo hoy se encuentran olvidados.
Cinco kilómetros entre el lodo a pie, separan al campamento de la comunidad de El Desengaño –del lado mexicano-, lo que dificulta no sólo llegar al lugar, sino poder salir en caso de una emergencia.
EN LA MISERIA
Constantino Vázquez, de 72 años, y Serbelio González, de 32, líderes del campamento hablan de la situación que se vive y de las precariedades a las que se han tenido que adaptar hombres, mujeres y niños.
“En el campamento, al menos ocho niños no tienen identidad, con los adultos en esa situación, suman 22 personas sin actas de nacimiento, lo que les impide entrar a la escuela o un sistema de salud”.
Las mujeres piden –suplican– que les envíen champú, un jabón. Una de ellas, Lucía, se atreve a hablar: “Nunca nos traen nada nuevo. Aquí todo es usado; además, el agua del pozo se está secando. Básicamente estamos abandonados. Este asunto está estancado tanto como el agua del pozo ”.
Las condiciones de insalubridad y hacinamiento han generado enfermedades como dengue, paludismo, dermatitis e infecciones gastrointestinales; incluso más de 30 niños padecen desnutrición.
Se alimentan con frijoles y tortillas. El máximo lujo es un par de huevos de vez en cuando. Hasta los perros buscaron otros caminos porque aquí nadie les arroja nada, nada sobra.
La falta de dinero, la escasez de agua, de víveres o la desesperación ante la ausencia de solución a su desplazamiento, son temas permanentes entre un grupo de refugiados que ha visto la discriminación y desatención de sus paisanos en Guatemala y la indiferencia de las autoridades mexicana.
Los ahorros se terminaron desde septiembre “A partir de octubre muchos hombres, jefes de hogar, jóvenes y mujeres han estado buscando empleo en zonas aledañas al lado mexicano como jornaleros en plantaciones de palma y papaya en distintas localidades de Campeche, por un solo día”, según Enrique Vidal, de Voces Mesoamericanas, Acción con Pueblos Migrantes, uno de los organismos no gubernamentales que los han acompañado en este proceso.