Nuestro cuerpo viene equipado con su propio termostato regulador de temperatura. La parte del cerebro conocida como hipotálamo, es el encargado de velar porque el cuerpo se mantenga en un rango de temperatura adecuado. Cuando hace frío y la temperatura de nuestro cuerpo comienza a descender, el hipotálamo envía mensajes indicándole al cuerpo qué necesita para entrar en calor. La manera más expedita de conseguir ese calor, es a través de los músculos; los escalofríos y el temblor de los dientes son la respuesta a ese requerimiento.
Como animales de sangre caliente que somos, al igual que la gran mayoría de los mamíferos y aves, tenemos un rango de temperatura bastante estrecho en el que nuestro cuerpo funciona adecuadamente; cualquier alteración, ya sea el aumento o el descenso, genera una reacción para compensar la alteración y regular el nivel de temperatura.
Nuestros cuerpos hacen todo lo posible para mantenerse en una temperatura constante, a pesar de las condiciones del entorno. Cuando estamos expuestos a temperaturas muy elevadas, el cuerpo suda para contrarrestar el calor. En contraste, cuando nos exponemos a bajas temperaturas, las herramientas de regulación, dirigidas por el hipotálamo, asumen la tarea de neutralizar la alteración térmica.
Si la temperatura interna del cuerpo comienza a caer por debajo de los 37 °C, el cuerpo necesita crear el calor adicional. La primera reacción para lograrlo, son los escalofríos; éstos se producen cuando los músculos esqueléticos, desde las pantorrillas, pasando por los muslos, los hombros, las manos y las mejillas, comienzan a contraerse y expandirse produciendo un temblor que genera fricción, consume energía y como resultado, libera calor. A pesar de que los escalofríos indican que tenemos frío, el proceso en sí mismo está destinado a mantener el calor.
Ahora, cuando los escalofríos de los músculos esqueléticos se extienden hasta los de la cara y la mandíbula, los temblores de estos músculos faciales provocan ese castañeo en los dientes tan característico de las bajas temperaturas. Cuando la temperatura interna del cuerpo cae significativamente, los escalofríos y el castañeteo de los dientes pueden llegar a ser intensos, llegando a causar dolor muscular o incluso los dientes astillados.
Con información de TeKcrispy