Ya sea compacto, sedán o un rústico de cuatro puertas es importante que sepas cómo pulir tu carro. Sabemos que la suciedad, la lluvia, el sol tropical y los insectos se cuentan entre los elementos que van desluciendo el color de la carrocería; pero no olvides que los golpes y rayones pueden ser el inicio de un grave problema que, al final, le restará mucho valor.
A continuación te damos un guía simple para que incluyas esta actividad al mantenimiento regular que debes darle a este activo.
»» Lavado. Usa un limpiador en gel, disuélvelo en abundante agua y utiliza una esponja. El secreto para que no queden vetas en los vidrios y pintura es hacerlo en un sitio sombreado.
»» Secado. La clave es seguir un mismo sentido, y utilizar uno de los tradicionales “cueros” sintéticos. Luego, espera unos 10 o 15 minutos.
»» Cera. Aplica este producto que le devolverá el brillo. Puede ser líquida, sólida o tipo pasta, de acuerdo al color y modelo del vehículo. Unta un poco de la mezcla directamente y con movimientos circulares esparce por toda la superficie.
»» Manual o mecánico. En este punto puedes emplear alguna herramienta u optar por tu propia fuerza.
»» Acabado. Sabrás que vas por buen camino cuando las áreas que estás tratando empiecen a brillar. Lo único que tienes que cuidar es que el compuesto se seque sin haber terminado, pues quedarán unas manchas ombré visibles desde kilómetros. Para no cometer este error, es aconsejable que trabajes por áreas; por ejemplo: primero las puertas, luego el techo, el capó, la maleta, entre otras.
»» Para conservar todo en perfecto estado, procura pulir tu carro cada tres o seis meses; más si estacionas en exteriores.