No importa la edad de nuestros hijos, una mamá siempre se preocupará por ellos y tratará de aconsejarlos para que tomen las decisiones adecuadas. Dependiendo su edad, la manera en que los educamos variará, pero hoy queremos dirigirnos a aquellas madres con hijos pequeños, en edad escolar. Creo que la mayoría de nosotras recibimos como parte de nuestra educación una que otra nalgada, cinturonazo, chancletazo o cualquier otro instrumento que nuestra enojada madre tuviera al alcance. No obstante, al día de hoy, las opiniones respecto a este tipo de disciplina están en una gran controversia… ¿Debemos corregir con nalgadas a nuestros hijos? Cada quien defenderá su postura según su propia experiencia, sin embargo, la mejor respuesta la encontraremos en el manual de quien nos diseñó: La Biblia, Palabra de Dios.
El principal problema está en nuestro concepto de "obediencia, disciplina y corrección". No tenemos una idea clara de cómo enseñar a nuestros hijos a obedecer y de hecho no lo hacemos, simplemente nos ocupamos de dar las órdenes y esperar a que ellos la cumplan. Lo cierto es que no siempre sucede como esperamos. A veces subiremos nuestro tono de voz o ellos lo harán porque no están de acuerdo con lo que solicitamos. Entonces, dependiendo de nuestro cansancio emocional, decidimos aplicar una corrección que no siempre suele ser la misma, así que, cuando estamos más relajadas, explicamos pacientemente al niño lo que debió hacer, pero en otras, si el tiempo, el malestar, el cansancio o una pelea con nuestro esposo, nos hacen perder la paciencia y los estribos fácilmente, terminamos gritando, ofendiendo o golpeando a nuestros hijos de una manera descontrolada, descargando nuestra frustración en ellos.
El mensaje que reciben los niños es confuso, pero no sólo eso, los niños, al igual que los adultos, tienen la tendencia natural de ir en contra de lo establecido cuando la instrucción no les conviene.
Buscando una respuesta, muchas mamás están disciplinando con las técnicas propuestas por los especialistas: el diálogo, el tiempo fuera…