Según un nuevo estudio, parece que es una cuestión de neuronas. Los investigadores han usado un nuevo método desarrollado en la Universidad Federal de Río de Janeiro, llamado fraccionador isotrópico, para medir el número exacto de células nerviosas presentes el bulbo olfatorio, la región cerebral asociada con la capacidad de oler.
Así han analizado los cerebros de 18 cadáveres –siete hombres y once mujeres– que habían muerto a la edad de 55 años sin daños neurológicos y han podido comprobar que ellas tenían de promedio 50% más neuronas en el bulbo olfatorio.
Como se da la circunstancia de que el número de células cerebrales apenas varía a lo largo de la vida de una persona, todo apunta a que las mujeres nacen con una mayor sensibilidad olfativa.
Hay quien especula que está capacidad ha sido desarrollada a través de la evolución por motivos reproductivos, para afianzar los lazos de pareja o reconocer a congéneres genéticamente afines.