Las nuevas tecnologías, el arte del copiado está alcanzando cotas inimaginables hace unos años. Hablamos, por ejemplo, de tintas invisibles que sólo se ven con luz ultravioleta, ideales para esconder respuestas. Más sencillo y a mano que esta tinta, son los smartphones, auténticos aliados de los copiones. De ahí que muchos profesores obliguen a los alumnos a depositar sus móviles en la entrada.
¿A la cárcel por copiar?
Por ejemplo, en Bangladesh, los copiones… ¡pueden ir a la cárcel! Desde 1992, la ley permite meter en prisión a niños con más de 15 años que copien en los exámenes. De hecho, el Gobierno invierte una partida de presupuestos para avisar de las sanciones que conlleva esta conducta.
Tampoco debemos mirar mucho a Hong Kong, aunque el caso es curioso. Allí, tras las quejas de miles de estudiantes, acusando a otros de copiar, las autoridades tomaron medidas drásticas. Al que copie, será juzgado por un delito. Una forma de proceder que ya se lleva a cabo en China y Taiwán.
En esta línea, y desde hace poco tiempo, también se mueve Egipto. Allí, el Gobierno ha aprobado una medida represiva que no sólo sancionará a quienes copien en los exámenes. También cargará contra quienes ayuden a ello, distribuyendo respuestas o ayudando al copión de turno mediante nuevas tecnologías. ¿La sanción? Cárcel.
El caso opuesto lo encontramos en La India. Allí no sólo copian los niños como si no hubiera un mañana, sino que los padres les ayudan. Obviamente, los vigilantes y autoridades hacen la vista gorda, previa mordida correspondiente. Un engaño lamentable que no hace sino bajar el nivel académico de las generaciones venideras.