Se acerca el verano, y para la mayoría llega la temporada de vacaciones, y los viajes para disfrutar unos días de descanso, ya sea eligiendo como destino la visita a familiares lejanos, la euforia de las playas, la tranquilidad de las montañas o alguna otra opción. Es un tiempo por demás esperado para salir de la rutina diaria, y despejar la mente.
Viajar aumenta la esperanza de vida, además de aportar fortaleza al sistema inmunológico. Sin embargo, un mal casi inherente de esta época es el estrés, y se aparece para cambiar las cosas, al menos algunas. Y también emerge en vacaciones.
Por más que cueste creerlo, existe una gran cantidad de personas, para quienes las vacaciones, en vez de ser un momento para relajarse y olvidarse de preocupaciones pasan a ser todo lo contrario, ya que no logran desconectarse de su actividad laboral cotidiana.
CONSEJOS
»»Lograr colocarse límites a uno mismo y a los otros (no ceder frente a las demandas laborales que no respetan el tiempo vacacional).
»»Buscar actividades placenteras que generen satisfacción personal, y puedan funcionar como “vehículo de descarga” tensional: actividades físicas, sociales, o hasta mentales, como juegos de ingenio.
»»Mantener una alimentación balanceada, combinándola con el placer de ingerir alimentos diferentes y de sabor agradable, ya que tienden a disminuir los niveles de ansiedad.
»»Delegar en otros, desestimando la falsa creencia de que “nadie lo hará mejor ni más rápido que yo”.
»»No pretender generar cambios radicales en la personalidad, “a partir de ahora, voy a dejar de ser una persona ansiosa, y me transformaré en Buda”.
¿SABÍAS QUÉ… El estrés no se toma vacaciones, y esta situación puede llevar a generar peleas y discusiones con el entorno social, generalmente en el familiar?