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22 diciembre, 2024

Vivir Bien

¿Por qué es difícil confesar los pecados?

Luego de que Eva extendió la mano para tomar la fruta prohibida las cosas no salieron como ella esperaba ni como la serpiente le había prometido.

Ellos cayeron en la trampa y se encontraban huyendo de su Creador, escondiéndose de aquel que sólo les había dado de Su bondad (Gen. 3:8).

Esa huida continúa en el corazón de cada ser humano que trata de encubrir su pecado, que quiere mantener en la oscuridad su falta. Son esas luchas que queremos silenciar, pero es un problema cuando no lo exponemos delante de Dios porque entonces seguimos en el pecado.

Quién eres en verdad Es tenebroso permitir que las demás personas vean la realidad de nuestra maldad porque no queremos que los demás sepan lo que realmente somos. En el fondo queremos quedar bien, que todos piensen que somos moralmente perfectos.

No estamos dispuestos a confesar el pecado porque tememos más a las personas que a Dios, la vergüenza ante otros pecadores es mayor que el dolor de haberle fallado a un Dios tres veces santo. Y actuamos con orgullo cuando mantenemos las apariencias y queremos lucir mejores de lo que realmente somos No entienden el Evangelio Debemos comprender el poder del Evangelio porque es lo que nos libera para vivir vidas transparentes y auténticos y quitar de nosotros todo el miedo.

La Palabra dice que " Si confesamos a Dios nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos y para limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a Él mentiroso y su palabra no está en nosotros. (1 Juan 1:9-10). También la Palabra nos enseña que "El que encubre sus pecados no prosperará, mas el que los confiesa y abandona hallará misericordia" (Proverbios 28:13). Conociendo el Evangelio entendemos que cuando pecamos, lo más sano y liberador de nuestra alma es ir delante de Dios y confesar nuestros pecados, en lugar de esconderlos.

Libres de la culpa Cristo no te salvó para que vivieras atrapado, en temor, en la oscuridad o alejado por los pecados que Él ya perdonó.

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Cuando confiesas tus faltas estás magnificando Su gracia y haciendo brillar el poder del Evangelio. De ahora en adelante, cuando te sientas culpable o señalado, en lugar de justificarte con excusas que sabes que no engañan a Dios sólo a tu alma, mejor entra en intimidad y habla con Dios, Él con seguridad te ayudará a cambiar.
 

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