CDMX. No es casualidad que la reaparición de César Duarte en el Altiplano coincida con la voz airada de quien fue su sucesor y principal perseguidor: Javier Corral. El hoy senador de MORENA acaba de poner el dedo en la llaga que muchos prefieren ignorar:
Detrás del mayor desfalco en la historia de Chihuahua no sólo hubo un ladrón voraz, sino una red de protección política que sigue operando y que, en los últimos años, tuvo un capítulo particularmente indignante en el propio gobierno estatal panista.
Corral reveló algo que debería hacer sonrojar a toda la clase política de Chihuahua: su administración contrató al mismo despacho que recuperó activos de Javier Duarte en Veracruz y localizó cerca de 50 propiedades de César Duarte en Texas, Nuevo México y Arizona.
El juicio civil avanzaba. Pero al llegar Maru Campos al poder, el caso fue deliberadamente abandonado. Los abogados dejaron de recibir instrucciones, los requerimientos judiciales quedaron sin respuesta y el juez estadounidense cerró el expediente por inactividad.
El resultado fue predecible: Duarte salió en redes a pavonearse de una “exoneración” que jamás existió, diciendo que el FBI y la DEA lo habían investigado y decla

