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16 noviembre, 2025

Adán Augusto

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Se convirtió en fantasma del Senado

Durante meses, Adán Augusto López fue el nombre que condensaba poder, disciplina y cercanía con Palacio Nacional. Hoy, en los pasillos del Senado, es apenas una sombra con fuero.

Ya no encabeza reuniones, no emite posicionamientos, ni aparece en las agendas partidistas. En el registro público, su nombre se repite solo en las listas de asistencia y nómina, como si el ex delfín se hubiese vuelto parte del mobiliario legislativo.

Los reporteros parlamentarios confirman la escena: “No da entrevistas, no baja al pleno, no comenta nada”. En la bancada de Morena, sus compañeros eluden el tema. “Adán ya no está en modo político, está en modo supervivencia”, confiesa un senador cercano.

El contraste con su pasado inmediato es abismal. Hace un año, era quien mediaba entre gobernadores, impulsaba nombramientos y diseñaba estrategias internas del partido. Hoy, ni siquiera figura en los desayunos de bancada ni en las reuniones de coordinación. Los operadores que antes competían por su atención ahora evitan su saludo. El olvido es la forma más discreta del destierro.

CAÍDA INTERNA

La encuesta de Polister —79.35 por ciento lo quiere fuera de la política— solo confirmó lo que El Financiero, Enkoll y México Elige ya advertían: Adán perdió el valor político de su nombre.

En Morena, donde la lealtad suele ser moneda de cambio, nadie quiere pagar el costo de defenderlo. El movimiento que lo aplaudió por su fidelidad hoy lo observa como una reliquia incómoda de la vieja guardia obradorista.

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