Cuando la investigación fiscal de N+ Focus reveló los 79 millones de pesos que Adán Augusto López Hernández recibió en dos años, el discurso ganadero tambaleó.
Primero reivindicó su éxito como notario público y empresario: arrendatario, accionista, prestador de servicios legales. Solo después, acorralado por la instrucción de la presidenta Claudia Sheinbaum de aclarar su fortuna, ensayó una nueva identidad: la del ganadero.
CONFLICTOS DE INTERÉS
“Me concentré en la ganadería para evitar conflictos de interés”, dijo, y presumió que embarca 150 cabezas mensuales. Pero las cifras no resisten verificación: ni en Tabasco ni en Chiapas existen ranchos o unidades pecuarias vinculadas a su nombre o al de su esposa.
El argumento del “ganado heredado” tampoco se sostiene: en sus declaraciones menciona una herencia vacuno de su madre, sin precisar ubicación, número de cabezas ni valor económico. Ganaderos consultados coinciden: para sostener ese ritmo de embarques se necesita otra liga.
“Un embarque de 150 cabezas no se oculta —dice un dirigente de Los Ríos—. Deja huella en las guías y en los corrales de los compradores. Para eso hay que tener tierras y ganado de toda la vida.”
MÁS TAJANTE
Para reforzar el punto, el presidente de la Unión de Acopiadores de Tabasco, Daniel de la Bodega, fue mástajante: “Para generar la cantidad de ingresos que reporta el senador, debería tener no menos de mil quinientas o dos mil vacas y ranchos de muy alta productividad. En Tabasco apenas hay media docena de productores con esa capacidad; ninguno se apellida López Hernández”.
ESE VOLUMEN
El contraste es inevitable. En la región, los ganaderos que alcanzan ese volumen de producción son nombres con historia: Arcadio León, Miguel Suárez, Chavo Peralta.

