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4 diciembre, 2025

Adán Augusto

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ADAN: EL GANADERO INVISIBLE

En Tabasco no existe registro alguno de ranchos, hectáreas o unidades de producción ganadera a nombre del senador Adán Augusto López Hernández. Ni en los padrones de la Unión Ganadera Regional, ni en los archivos de Senasica, ni en los registros agropecuarios de Chiapas o Campeche aparece su nombre o el de su familia.

Aun así, el líder de Morena en el Senado asegura que vive de la ganadería y que cada mes embarca 150 cabezas de res, un volumen que —de ser cierto— lo colocaría entre los grandes productores del sureste.

“Me concentré, como lo informé, en el asunto de la ganadería, precisamente para evitar la posibilidad de un conflicto de interés”, respondió a los reporteros el coordinador de la Junta de Coordinación Política en el Senado el pasado fin de semana.

“Mes con mes embarcan un promedio de 150 cabezas de ganado”, señaló al referirse a otras actividades ajenas a su trabajo como senador.

Asimismo, se le preguntó si mantiene sus negocios personales, como el de la ganadería, el ex gobernador respondió que “sí; ahora no estoy prestando asesorías ni nada”.

“Mi madre me dejó ganado”, ha repetido desde que la investigación de Televisa reveló que recibió 79 millones de pesos entre 2023 y 2024. Pero ningún documento sustenta su versión: ni el supuesto hato vacuno heredado, ni las hectáreas necesarias para sostenerlo, ni las sociedades agropecuarias que menciona.

NO HAY REGISTRO SANITARIO NI FISCAL

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Un rancho con esa capacidad requeriría entre 1,500 y 2,000 vacas madres, unas 2,000 hectáreas de  tierra y una inversión superior a 60 millones de pesos. Nada de eso aparece a su nombre. No al menos al nivel del que él habla, ni con la infraestructura necesaria para movilizar 150 reses mensuales bajo registro sanitario y fiscal.

JAMÁS A FIGURADO

Según su propio cálculo, sus embarques equivaldrían a 2.25 millones de pesos mensuales, lo que lo colocaría junto a apellidos de linaje ganadero como Arcadio León Estrada o David Gustavo Gutiérrez, familias con años de experiencia rural. Sin embargo, López Hernández jamás ha figurado en el mapa agropecuario del estado.

El contraste es tan abrupto como revelador: El político que en 2019 presumía joyas, locales y cuentas millonarias ahora se declara heredero rural. Pero en los padrones públicos no hay pastura, ni ganado, ni tierra que lo respalde.

En Tabasco, los fantasmas no solo rondan las casonas viejas: también pastorean en las declaraciones fiscales.

EL TAMAÑO DEL RANCHO

Para embarcar 150 cabezas mensuales, un productor necesita entre 1,500 y 2,000 vacas madres y disponer de unas 2,000 hectáreas de pastura. Solo esa base genética y territorial garantiza una rotación constante de becerros durante todo el año.

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La inversión inicial de un rancho así supera los 60 millones de pesos en tierra, infraestructura y ganado base, sin contar el gasto operativo mensual en alimento, personal, medicinas y transporte.

Y sobre todo, deja huella: todo movimiento de animales —compra, venta o traslado— se registra en las guías pecuarias del SINIIGA y en los certificados zoosanitarios de Senasica. Ninguno de esos rastros aparece. No hay constancia de embarques ni licencias de engorda, ni operaciones con clave agropecuaria. La Unión Ganadera tampoco lo reconoce como socio ni beneficiario de programas rurales.

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