CAMPECHE, CAMP. El aroma a pan recién horneado ya inunda las calles de Campeche, anunciando la llegada de la temporada alta para los panaderos locales.
Noviembre, diciembre y enero se alzan como los meses dorados, cuando el pan no solo protagoniza las mesas campechanas, sino que se convierte en el salvavidas de los pequeños negocios, impulsando las ventas hasta un 70% más.
Antonio Medina Balam, presidente de la Unión de Panaderos, comparte con entusiasmo una novedad que este año endulzará aún más la tradición: el pan de muerto, emblema del Día de Muertos, extenderá su reinado a tres días completos en noviembre. Esta decisión no solo permitirá a los campechanos disfrutar por más tiempo de este manjar, sino que también promete un alivio económico para los panaderos que dependen de estas fechas para sostener sus hornos.
“Las grandes empresas no nos asustan. Nosotros ofrecemos pan fresco, el de verdad, el que la gente busca: conchas grandes como platos, piezas de riñón, pan de plátano y, por supuesto, el pan de muerto”, afirma Medina con orgullo.
Este repertorio, cargado de sabor y tradición, es la carta fuerte
de las panaderías locales frente a la competencia de las cadenas industriales. El contraste con el resto del año es evidente. Febrero llega con mostradores casi vacíos y ventas que apenas alcanzan para cubrir gastos.
Sin embargo, las fiestas de fin de año —posadas, Navidad y Año Nuevo— encienden los hornos y el espíritu de los panaderos. La clientela se multiplica, y el pan se transforma en mucho más que un alimento: es un símbolo de celebración, comunidad y resistencia.
En cada mordida al pan fresco se saborea la dedicación de los artesanos que, contra viento y marea, mantienen viva una tradición que no solo alimenta el cuerpo, sino también el alma de Campeche. Para los panaderos, estos tres meses no son solo de trabajo intenso, sino de una felicidad que huele a harina y esperanza.
