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6 diciembre, 2025

ALITO

Campeche

ALITO, UN PORRO COMO EL “AVE DE LAS TEMPESTADES”…

ALITO MORENO Y SU CARRERA POLÍTICA VANDÁLICA

CAMPECHE. El camino político de Alejandro Moreno Cárdenas, conocido como “Alito”, ha estado acompañado de actos vandálicos con los que forzaba a sus adversarios a dimitir, así como sometía a quienes trataban de acompañarlo a través del uso de la violencia y el vandalismo que de la responsabilidad pública.

La actitud ‘porrista’ la comenzó a forjar desde sus años como estudiante hasta su actual papel como senador de la República, su nombre se ha vinculado en repetidas ocasiones a actos de confrontación, intimidación y abuso de poder.

Durante su etapa estudiantil, Moreno Cárdenas forjó fama de agitador, existe material fotográfico que evidencia al actual dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) ingresando por la fuerza con cuchillo en mano a la Universidad Autónoma de Campeche (UAC).

En conjunto con otros episodios en los que imponía su presencia a través de la fuerza, buscando dominar espacios políticos universitarios con prácticas más cercanas a las “porras” violentas que a la democracia, con la cual llegó a escalar más y más en la vida política.

Fue así como desplazó a sus adversarios en el PRI para llegar a ser diputado federal y senador en sus primeras etapas, en ellas fue protagonista de escándalos en los que se denunciaron actos de hostigamiento contra opositores, el uso de grupos de choque y hasta la manipulación de asambleas partidistas a través de la presión física y verbal.

En el 2015, cuando buscó la gubernatura del Estado no fue la diferencia, ya que utilizaba a las líderes de colonia para abrirse paso entre las calles, así como amedrentar tanto a ciudadanos inconformes que recriminaban su nulo actuar como legislador federal, así como callar a medios de comunicación que no fueran de su agrado.

Como gobernador de Campeche, “Alito” llevó ese modelo a las dependencias locales, su administración fue evidenciada por el uso de la fuerza pública contra manifestaciones ciudadanas, el uso de personal policiaco anti motín, gas lacrimógeno fueron actos de represión a inconformes y persecución política contra quienes criticaban sus decisiones.

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Bajo su mandato, los escándalos de corrupción y abuso de poder estuvieron acompañados de un ambiente de miedo, con denuncias de espionaje y amenazas a periodistas y activistas.

Hoy, de regreso en el Senado, lejos de mostrar un cambio en su comportamiento, Alejandro Moreno mantiene el mismo sello de siempre, la confrontación y la violencia política, sus intervenciones y estrategias continúan con la intimidación y el uso de recursos para defender sus intereses personales, aferrándose al fuero como escudo frente a las múltiples denuncias en su contra.

EXPEDIENTE DE “ALITO” DESAPARECIÓ

Hugo Eric Flores Cervantes, presidente de la Sección Instructora de la Cámara de Diputados, desentraña el enredo detrás del expediente de Alejandro “Alito” Moreno, líder del PRI, acusado por presuntos desvíos de 83 millones de pesos.

Lo que parecía un caso de alto perfil se desvaneció en un mar de burocracia, con un expediente extraviado y una Fiscalía General de la República (FGR) que, según Flores, nunca pidió formalmente el desafuero del entonces diputado.

“Cuando llegamos a la LXVI Legislatura, revisamos todos los archivos. Buscábamos el caso de ‘Alito’, que era un tema relevante no solo desde el punto de vista jurídico, sino también por la opinión pública. Pero, para nuestra sorpresa, solo encontramos un documento. ¡Uno solo! Ese papel básicamente decía que el asunto no se radicaba porque había suspensiones por amparos. No había más, nada, como si el expediente se hubiera esfumado”, cuenta Flores con un tono que mezcla incredulidad y frustración.

Tras meses de búsqueda, lograron dar con algunas cajas donde estaba la solicitud, pero no en los lugares esperados. “Estaban desperdigadas, hasta en archivo muerto. No formaban parte de la entrega-recepción. Nos topamos con una especie de peloteo burocrático. Incluso hubo molestia porque insistíamos en preguntar: ‘¿Cómo que solo hay un papel?’. Era un caso importante, pero no había rastro del expediente”, añade.

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