CAMPECHE, CAMP. En los caminos de tierra roja de Calakmul y Hopelchén, donde el español se mezcla con la lengua maya y las costumbres pesan más que los libros de texto, un grupo de mujeres ha decidido hablar de lo que nadie habla. Encabezadas por la consejera sexual y activista Isabel Rodríguez, llevan a cuestas no solo preservativos y materiales informativos, sino paciencia, respeto y coraje para entrar a lugares donde la salud sexual aún es un tema prohibido.
“Hemos trabajado a la par en zonas comunitarias, en zonas rurales, sobre todo con población maya indígena”, cuenta Isabel. Lo hace a través del programa DKT School, en coordinación con una empresa nacional de preservativos, con el objetivo de llegar hasta donde ni las campañas ni los libros han llegado. Y aunque el recibimiento no siempre es fácil, cada visita abre una pequeña grieta en los muros de desinformación que han durado generaciones.
En estas regiones, la falta de acceso a información confiable y actualizada sobre salud sexual y reproductiva es alarmante, pero no es lo único. Isabel ha sido testigo de cómo la violencia
—especialmente la sexual— se ha normalizado bajo la sombra de los usos y costumbres.
