CAMPECHE, CAMP. “Hay que conservar el mangle”, dijo con firmeza Oriana Montes de Oca, miembro de la cooperativa Carey, al reflexionar sobre el futuro de los manglares en Isla Arena. Con el aumento de la urbanización y la expansión de la infraestructura, las áreas de manglar se ven amenazadas.
Pero más allá de la preocupación por su desaparición, subrayó un punto esencial: los manglares y las dunas costeras son mucho más que un ecosistema en peligro. Son barreras naturales vitales para proteger a las comunidades de fenómenos como huracanes, un aliado clave en la lucha contra los desastres naturales.
En 2022, un grupo de 80 mujeres de la comunidad inició la restauración de los manglares en Isla Arena, y el impacto es claro, pues poco a poco la flora y la fauna han vuelto a reproducirse, habitando estos canales. Se pueden ver al día de hoy especies como el sábalo, el pargo, la jaiba y hasta el flamenco rosa. Pero este resurgimiento de vida no es solo un logro ambiental, sino una invitación a reflexionar sobre el papel crucial que juegan estos ecosistemas en la resiliencia de las comunidades costeras. Montes de Oca asegura que las comunidades de Sabancuy, Isla Aguada y Carmen deben seguir comprometidas con la conservación, ya que los manglares son una defensa natural contra el avance del cambio climático.
