CDMX– Tras el fallecimiento del papa Francisco, quien lideró la Iglesia católica durante casi 12 años como el primer Pontífice latinoamericano, el Colegio Cardenalicio se prepara para un cónclave que marcará el rumbo de la institución en un mundo polarizado.
Los 140 cardenales menores de 80 años, de los cuales el 80% fueron designados por Francisco, elegirán al nuevo Papa en los próximos días.
La decisión no solo reflejará la influencia del legado progresista del fallecido Pontífice, sino también las tensiones con el sector conservador que busca recuperar terreno en el trono de San Pedro.
El cónclave, envuelto en secretismo y tradición, reúne a figuras de distintas regiones y posturas ideológicas. Aunque no hay reglas estrictas, la elección de Francisco en 2013 rompió moldes al ser jesuita y latinoamericano, lo que hace improbable que su sucesor comparta esas características.
La expectativa es que el próximo Papa provenga de otra región, posiblemente Asia, África o Europa, y que su perfil responda a los desafíos globales de la Iglesia: secularización, inclusión, justicia social y la creciente influencia de movimientos conservadores.
CÓNCLAVE EN LA ENCRUCIJADA
El cónclave no solo elegirá al nuevo Papa, sino que definirá si la Iglesia católica continúa el camino de apertura iniciado por Francisco o regresa a una postura más tradicional.
La influencia del fallecido Pontífice es innegable: al designar al 80% de los cardenales votantes, dejó un Colegio Cardenalicio mayoritariamente progresista. Sin embargo, la resistencia conservadora, fortalecida por la oposición a las reformas de Francisco, buscará imponer su visión.
La elección también estará marcada por cuestiones geopolíticas. Un Papa de Asia, como Tagle, podría reflejar el crecimiento del catolicismo en esa región. Un africano, como Ambongo, respondería al dinamismo de la Iglesia en el continente. En cambio, un europeo, como Zuppi, Parolin, Eijk o Erdö, podría buscar recuperar la influencia de la Iglesia en un continente secularizado. Los estadounidenses, Dolan y Burke, enfrentan el desafío de su nacionalidad, vista como un factor desestabilizador.
Mientras los cardenales se reúnen en la Capilla Sixtina, el mundo observa. La fumata blanca anunciará no solo un nuevo Papa, sino el rumbo que tomará una institución con más de mil 300 millones de fieles en un tiempo de profundas transformaciones.
CANDIDATOS AL PAPADO: UN ABANICO DE PERSPECTIVAS
De acuerdo a un análisis de los principales cardenales considerados “papables”, cuyas trayectorias y posturas podrían definir el futuro de la Iglesia católica:
LUIS ANTONIO TAGLE (67 AÑOS, FILIPINAS)
Conocido como el “Francisco asiático”, el arzobispo de Manila y prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos es una figura carismática y progresista. Su enfoque pastoral, centrado en la misericordia, la inclusión y la justicia social, lo alinea con las reformas de Francisco. Tagle es una estrella mediática: sus homilías son virales en YouTube, y su programa televisivo The Word Exposed conecta con audiencias globales. Su juventud y origen asiático lo posicionan como un candidato fuerte para llevar el mensaje católico a una región de creciente influencia. Sin embargo, su popularidad en redes sociales podría ser vista con recelo por los sectores más tradicionales.
MATTEO ZUPPI (69 AÑOS, ITALIA)
Arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, Zuppi es un progresista vinculado a la Comunidad de Sant’Egidio, conocida por su trabajo en mediación de conflictos y ayuda humanitaria.
Su defensa de la inclusión de la comunidad LGBT, a la que llamó “su casa”, lo coloca en la línea reformista de Francisco, quien lo consideraba uno de sus favoritos. No obstante, su nacionalidad italiana podría ser un obstáculo, ya que algunos cardenales creen que un Papa de Italia tendría menos alcance en una Iglesia globalizada.
PIETRO PAROLIN (70 AÑOS, ITALIA)
Como secretario de Estado del Vaticano desde 2013, Parolin es una figura clave en la Curia y un moderado con experiencia diplomática. Su rol en negociaciones como el acuerdo con China sobre el nombramiento de obispos lo convierte en un candidato de consenso.
Aunque no es tan progresista como Tagle o Zuppi, su perfil equilibrado y su conocimiento de los engranajes vaticanos lo hacen atractivo para quienes buscan estabilidad.
