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20 enero, 2025

ALITO

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PRI, fue un Titanic; hoy se hunde

“ALITO” SE QUEDA SOLO

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) parece navegar sin rumbo en un mar de escándalos, corrupción, traiciones y deserciones, dando sus últimos coletazos antes de hundirse en las aguas de la irrelevancia política. Su agonía se hace evidente con la inminente caída de su dirigente, Alejandro “Alito” Moreno Cárdenas, quien enfrenta el desafío de ser desaforado y llevado a juicio por presuntas corruptelas que marcarán otro capítulo oscuro en la historia del tricolor.

La estampida de militantes es tan simbólica como dolorosa. Enrique de la Madrid Cordero, un priista de cepa y figura que representaba una posible renovación interna, renunció al partido tras reflexionar sobre la inviabilidad del proyecto priista.

“Mi ciclo en el PRI ha terminado”, declaró, dejando claro que buscará contribuir desde otros espacios a la construcción de soluciones para los grandes problemas del país: pobreza, inseguridad, injusticia y desigualdad.

En el Estado de México, otrora bastión del priismo, la crisis se profundiza con la salida de dos de sus figuras clave. Ana Lilia Herrera Anzaldo, quien hace menos de un año asumió la dirigencia estatal del partido, anunció su renuncia alegando motivos personales.

Su partida es un golpe simbólico para el PRI mexiquense, que ya sufrió una derrota histórica al perder la gubernatura. A esta deserción se suma la de Alejandro Castro Hernández, exsecretario general del PRI en la entidad, quien también decidió abandonar la nave priista con palabras de gratitud y una velada crítica a la falta de rumbo del partido.

Estas renuncias son más que salidas individuales: son una señal del desmoronamiento de un partido que durante décadas fue la fuerza hegemónica en México. Las bases, desencantadas, ven cómo la dirigencia nacional, encabezada por “Alito”, ha llevado al PRI a una espiral de autodestrucción, priorizando intereses personales sobre el bien colectivo.

El panorama es desolador. Con cada renuncia, el PRI se queda más solo y más débil, sin figuras relevantes ni un proyecto político que lo conecte con las necesidades del México actual. Lo que antes era una maquinaria política imbatible hoy es un Titánic político que se hunde, dejando atrás solo los ecos de un poder que se desmoronó por su incapacidad de adaptarse, renovarse y reconciliarse con su propia historia.

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La pregunta no es si el PRI sobrevivirá; es si alguien querrá rescatar los restos de un partido que parece condenado a ser recordado como el emblema de lo que México decidió dejar atrás.

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